martes, 5 de enero de 2010

Empieza un año nuevo, pero puede empezar todo.

Por Alfredo Leuco


Los primeros días del año tienen mucho de fundacional. Comienza el 2010. Se ponen en marcha nuestras esperanzas. No es asi, pero por momentos uno tiene la sensación de que todo empieza de cero. Que podemos hacer borrón y cuenta nueva y sembrar vientos de convivencia para cosechar tranquilidades. Hay todo un año por recorrer. Todo un año para construir un país para todos.


Deberíamos hacer dos listas. En una anotar todo lo que deseamos para nuestra bendita Argentina. Y en el otro todo lo que rechazamos. No hablo estrictamente de política. O tal vez si. Hablo cuestiones de la vida cotidiana transformada en política de estado. Yo por lo menos quiero un país sin mentiras ni censuras. Sin prepotencias ni aprietes. Una casa en común para vivir en comunidad con la paz que hemos perdido. Con la utopía de que nuestros hijos recuperen el espacio público que nos robaron los delincuentes y los obsecuentes.

Hablo de las plazas y las calles. De la felicidad que significa saber que tus hijos y mis hijos están en la vereda andando en bici o pateando una pelota. A esa maravillosa felicidad mínima me refiero. Por ella ruego y sueño. Para que la parejita del lado de mi casa pueda ir al parque y dejar que sus hijos potreen por el pasto hasta que no den mas del cansancio. ¿Estoy pidiendo mucho? Volver a las veredas y al dialogo con los vecinos. A contar chistes, o chismes, a cantar en la guitarreada de la playa sin temor, a tomar mate afuera, a viajar en colectivo sin que nadie pierda la calma y mucho menos un dedo. A que ningún pibe pobre sea cada vez más pobre o que le afanan las zapatillas y encima lo maten como a un perro.

¿Es imposible conseguir esto? Hablo de un país cada vez mas justo y equitativo. ¿Es una locura de mi parte pedir igualdad de oportunidades para todos? Que la educación y la cultura del esfuerzo vuelvan a ser nuestras mejores banderas. ¿Será posible erradicar el miedo y la pobreza? ¿No sería extraordinario terminar para siempre con el hambre y los corruptos?

Está todo o casi todo por hacerse. Esa debe ser nuestra gran esperanza. Nuestro gran desafío. Hay un sueño colectivo que los argentinos tenemos que construir sin pelearnos por todo, sin quejarnos por todo, sin lavarnos las manos por todo.

Es relativamente fácil pensar en que país queremos. Hay que diseñar una nación pujante. Imaginar la mezcla mágica de honradez, sentido común, coraje, generosidad y solidaridad y vestir a nuestros hijos con esos valores.
Empieza un año nuevo. Pero puede empezar todo. Todo comienza al fin, todo tiene remedio. Me gusta decirle que cuente conmigo. Y me gustaría saber que contamos con ustedes.

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