jueves, 21 de enero de 2010

Si el Fondo del Bicentenario es perjudicial para el país, la posición de Redrado estaría más que justificada


Por Carlos Tórtora



Kirchner no sabe todavía cómo hacer para apropiarse de las reservas para financiar el gasto público sin desatar una ola de embargos y exponerse al riesgo de corridas cambiarias y retiros masivos de depósitos. Mientras encuentra una salida, se dedica eficazmente a desgastar a la oposición, evitando que ésta capitalice sus errores.

El primer éxito fue la cáscara de banana que pisó la plana mayor de la UCR, dejando que corriera la versión de un acuerdo con el gobierno para cambiar el Fondo del Bicentenario por las letras propuestas por Mario Brodersohn, asesor de Cobos y cerebro económico del viejo equipo de la coordinadora alfonsinista.

De paso, otro radical cobista, Miguel Pesce, se quedaría con la presidencia del Banco Central. En su entusiasmo, los radicales salieron a apoyar el despido de Redrado. La maniobra pactista quedó a mitad de camino -por ahora- pero le sirvió a Kirchner para desgastar a la UCR. Sólo la sospecha de un pacto irritó a una opinión pública cada vez más antikirchnerista.

El segundo triunfo de Olivos se encabalga con el primero. No sólo Ernesto Sanz y Gerardo Morales sino también Elisa Carrió entraron en el juego K de aceptar que sería conveniente la renuncia de Redrado. De este modo, el gobierno volvió a fijar la agenda. En lugar de exigir que se discuta antes que nada el tema de fondo -el Fondo del Bicentenario- la oposición entró en el juego de dedicarse a Redrado, poniendo en segundo lugar lo más importante. Es evidente que si el Fondo del Bicentenario es perjudicial para el país, la posición de Redrado estaría más que justificada.

Una tercera victoria K es la admisión implícita de los bloques opositores de que no hay capacidad para una autoconvocatoria de la Cámara de Diputados, ante la deserción de los partidos de centro izquierda.

La cobización, el cuarto éxito

Con su estilo turbulento, el oficialismo se anotó otro éxito al volver a la dialéctica CFK vs Cobos. En este escenario crece Cobos, porque el oficialismo lo eleva como su máximo oponente, pero decrece la Coalición Cívica, el PRO, en alguna medida la UCR y desde ya el PJ disidente. Eduardo Duhalde acusó el impacto señalando que, al fin y al cabo, la suspensión del viaje presidencial a China lo agiganta a Cobos.

Ahora el discurso opositor volvió a alejarse del tema de las reservas para girar en torno a si el vicepresidente debe renunciar o no y cuándo.

Acorralado por las tendencias adversas de una realidad que se le empieza a escapar de control, Kirchner conserva el suficiente empuje como para seguir en el centro del ring. Hasta ahora, la oposición intentó tomar la iniciativa, pero el gobierno terminó imponiendo la agenda. Como enseñaba con bastante ironía Giulio Andreotti, el poder desgasta… al que no lo tiene.

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