domingo, 31 de enero de 2010

Una crisis política que no pueden manejar a la usanza K

Por Juan Luis Peyceré

Mientras en la intimidad del poder se discutía cómo hacer para que Cristina Fernández se convirtiera en la figura principal del gobierno, llegó la renuncia de Martín Redrado, para imponerse nuevamente en el centro del escenario político.


En la lejanía refrescante del sur, el matrimonio Kirchner recibió la noticia e, inmediatamente, accionó el resorte de la reacción. Preparado para el momento, cobró fuerza en la voz de Aníbal Fernández, el vocero por excelencia: "Para nosotros, la renuncia no existe; hay que esperar la resolución del Congreso", dijo el jefe de los ministros y así completó el último paso de comedia; antes del inicio de febrero, al menos.

La descripción de los movimientos sobre el hasta hace horas titular del BCRA se hizo en los medios de comunicación y se la ha vivido como la novela del verano, según títulos y comentarios coincidentes. A pesar de ser una tragedia real, si se la comienza a observar como una desmesurada crisis de las instituciones.

En el caso específico de Redrado, sólo hay que recordar que, por instancias superiores, fue la máxima autoridad del gabinete nacional la que le exigió que renunciara, hace algunos días. Ahora, pide otra cosa, y no por capricho o por una toma de conciencia de que el camino es sólo la bicameral.

Más allá del caso Redrado, en los debates que suelen registrarse cuando los Kirchner y sus allegados directos se reúnen, hay dos cuestiones que provocan las voces más sonoras y muchas veces crispadas de esos encuentros: la figura presidencial y la gobernabilidad de dos años en el porvenir inmediato.

En un silogismo eventual, la conclusión debería ser el mantenimiento del poder más allá de 2011. Pero las urgencias son dominantes para los patagónicos, que ya no son los mismos desde la 125, las elecciones de junio último y una crisis política que no pueden manejar a la usanza K, como siempre había sucedido.

De esas discusiones en Olivos, bien reservadas, o las que no se filtran por los hielos de El Calafate, surgen los primeros interrogantes que las fuentes del poder dejan trascender, a pesar del recato impuesto: ¿Cómo dar a la figura presidencial el papel preponderante? ¿Cómo restar protagonismo a Néstor Kirchner, si no se ha podido lograr siquiera cuando este se refugió en su silencio, después de la derrota electoral?

Se sabe que el santacruceño pidió especialmente que se conociera su arrepentimiento por haber aparecido en un programa del canal siete de corte netamente oficialista. Pero ambos saben que no alcanza con esas actitudes.

El protagonismo de Cristina es clave para dar algún vigor al momento político que le toca vivir al kirchnerismo. "Es una cuestión de gobernabilidad, que tiene mucho que ver con el sello que impone el peronismo", estiman, muchas veces en voz alta, colaboradores de la actual administración, preocupados. Porque, como suelen repetir casi como si se tratara de una regla grabada a fuego, "en el peronismo, se perdonan las traiciones, los cambios de veredas según la conducción, pero no las derrotas". Y esto se aplica al 28 de junio, pero, mucho más, a una de sus consecuencias: la pérdida de liderazgo.

El tema es parte de esas discusiones en la intimidad de los patagónicos. ¿Quién es el líder, Néstor o Cristina? Seguramente, la respuesta que dan las evidencias no dejan mucho margen para las dudas. "Yo quiero ayudarla", dijo, esta semana, el ex presidente, y dejó un espacio muy amplio para la definición de quién es el que está más débil en el matrimonio, cuando se trata de establecer ese rigor del liderazgo.

Por ese motivo y no por otro se escuchó la voz de Aníbal Fernández rechazando la renuncia de Redrado: "Nada de renuncias, a él lo echó la presidenta", fueron sus conceptos, casi en el mismo momento en que el funcionario del Central hacía su anuncio en el hotel Marriott Plaza. Como una secuencia más de la tragicomedia, se esperaría al martes para que la comisión bicameral, con la batuta de Cobos, defina formalmente. Si es que lo hace.

De regreso a la situación de la presidenta en el nuevo escenario político, habrá que observar detenidamente cómo se refuerza su figura. Se ha buscado "ablandar" su estilo de discurso y, en algunos casos, durante la semana, lo que podría suponerse como un cambio en su postura se ha convertido en una caricatura poco grata de lo que es Cristina.

"Ella no puede ir contra su esencia; es una mujer política que no puede buscar ser más aceptada o más amigable por la vía de los chistes, los mohínes o expresiones que le caben mejor a Hugo Chávez". La frase resonó en los pasillos de la Casa Rosada el jueves, tras una visita con mensaje presidencial en el Gran Buenos Aires.

Tampoco debe sorprender la posición que adoptó el titular de la CGT, cuando reconoció que "algunos muchachos" no están de acuerdo con Kirchner como jefe partidario, luego de que trascendieran algunas expresiones de diputados peronistas con una carga crítica a la conducción del "movimiento". Lo que el camionero Hugo Moyano quiso decir es que lo que se hizo público de una reunión en Pinamar no es algo poco común. Pero también dejó constancia de que eso no significa que se haya comenzado una campaña "contra la figura de la presidenta".

El sindicalista, que se ha convertido en uno de los pilares de la actual administración del gobierno nacional, sabe de su grado de compromiso con el kirchnerismo, pero se cuida con sus explicaciones ambiguas. También tiene grabado a fuego en su interior que, en el peronismo, pueden perdonarle sus "pasos" por distintas veredas, pero nunca querría estar atado al carro de algún perdedor.

Para él, salvaguardar la figura presidencial es, hoy, también un recurso de la coyuntura, pero para tener garantías propias. ¿Qué harán Moyano y los suyos, por ejemplo, si Néstor decide, en la segunda semana de marzo, rehacerse del cargo de titular del justicialismo? Dependerá de "los muchachos" y de lo que el patagónico ofrezca.

Las dos preocupaciones dominantes en las discusiones internas de los K afloran. Regresarle protagonismo a Cristina, para que, desde la gestión, se intente aquel promocionado cuatro por cuatro, que parece tan lejano, es una tarea tan compleja como el aceptar que su marido deje de insinuar su deseo de liderazgo. Ambos y sus más cercanos colaboradores incurren en un error: desde Juan Perón hasta la fecha, en el peronismo, sólo hay un jefe. No hay posibilidades, en las matemáticas de ese sector dominante de la política argentina, para demostrar lo contrario. El sistema de "cupla" o de "doble comando", como la opinión pública lo quiera llamar, es un fracaso.

De no ser así, ni la disidencia partidaria hubiera tomado tanto espacio ni la oposición más lejana hubiese adelantado sus andanadas en la primera etapa del verano, sin esperar a las ordinarias del Congreso.

"Tampoco se habría tenido que ir uno de los hombres más valiosos de la administración, como lo ha sido el procurador general del Tesoro, Osvaldo Guglielmino, el funcionario que mejor defendió a la Argentina cuando, en los foros internacionales como el CIADI (un tribunal implacable), resolvió, con un equipo propio, situaciones extremas de demandas para el país". La confesión se escuchó al finalizar otra semana intensa en varias oficinas de la Casa Rosada.

Lo curioso es que ese reconocimiento a la labor profesional de Guglielmino tuvo, también, un costado político importante, que él jamás hubiera querido. Porque al procurador le endilgaron la responsabilidad de no haber previsto, detectado o resuelto la problemática judicial en la que se vio metido el gobierno, cuando avanzó sobre el Banco Central.

En el más estricto de los off the record , funcionarios del primer piso del edificio de la calle Balcarce sostienen que, en realidad, el responsable de esa estrategia fue Carlos Zanini. "No iba a pagar el secretario Legal y Técnico, y mucho menos si se admite, como todos admitimos, que la palabra del "Chino" es la palabra de Néstor", dicen. Esta semana, asumirá el nuevo procurador, Joaquín Rocha.

El Calafate es el lugar ideal que han encontrado los Kirchner para trazar estrategias o contraofensivas políticas, como a ellos les gusta decir. "Hay que recuperar protagonismo antes de que termine el verano", ha dicho el santacruceño a varios intendentes bonaerenses y de alguna que otra provincia que, desesperados, han ido a verlo en medio de los sacudones de enero. Esto, si es posible, implica también ofrecer a su esposa la perspectiva de mostrar una acción directa y concreta y propia, por aquello de la proyección de su sombra sobre la figura de ella. El primer paso será convocar, en febrero, a los gobernadores.

Si bien no es oficial y todavía no hay una agenda, sólo borradores en carpeta, la idea es que, antes de que se inicien las sesiones ordinarias del Congreso y Cristina Fernández las abra con un discurso muy esperado, la presidenta encabece una cumbre de gobernadores que, en principio, incluiría a todos. De no ser factible por las presiones partidarias (en especial, las radicales), sólo sería para justicialistas y aliados, como el santiagueño Gerardo Zamora. "Vamos a hacerla en la quinta de Olivos y ya Oscar Parrilli se está encargando del asunto", dijo un vocero, en forma no oficial.

Sin dudas, la reunión contará con todo el esfuerzo de la propaganda oficial, con las mejores fotos de Cristina federal. De todos modos, y más allá de lo simbólico o de la intención de aportar protagonismo a la presidenta, habría una intencionalidad oculta (o no tanto) que no puede disociarse del estilo K.

Se trata de buscar el respaldo de los mandatarios de todo el país al Fondo del Bicentenario, que deberá pasar por el filtro parlamentario. En esa cumbre, se hablará de los asuntos y necesidades de las provincias, y los gobernadores, posiblemente, puedan entender las bondades de un fondo de recursos como los que podría proveer el Central.

Otra lectura más afinada de ese encuentro todavía en su fase preparatoria, se ajustaría más a lo que es la llamada genética política K. Simplemente, se podría deducir que, como contrapartida de los beneficios que el Fondo del Bicentenario puede aportar los mandatarios, influyan sobre sus legisladores para que se alcance una mayoría suficiente. Caso contrario, podría aplicarse el perverso sistema de los envíos con "cuentagotas". Si se tiene en cuenta que el rojo es el color predominante en las arcas de los Estados provinciales, el método de aplicación constante desde hace casi siete años jugaría el papel de siempre.

De todos modos, en la doble visión, ese posible encuentro de febrero tiene varios reparos desde la más sencilla óptica de análisis político. Como primera medida, hoy por hoy, como están dadas las condiciones en el ámbito legislativo nacional, son pocos los diputados y menos los senadores que podrían escuchar con sonido de orden o mandato lo que pueda decir un gobernador. Como segunda, ya hay muchas cartas echadas sobre la mesa; la menor denuncia de una maniobra de esas características propias del oficialismo podría convertirse en un bumerán político de consecuencias aun más graves que las que toca vivir a los K en estos tiempos.

No queda mucho espacio estratégico. En el gobierno, dicen que cada paso deberá ser bien estudiado. Se han cometido errores que crearon figuras como las de Julio Cobos y, seguramente, ahora, la de Martín Redrado. Resistió, se abroqueló, denunció, renunció y criticó. Lo que haga de aquí en más el ex del Central es pura conjetura, porque, hasta el momento, radicales y disidentes del justicialismo niegan, en sus conversaciones reservadas, que lo hayan "aconsejado", pero, para la opinión pública, inmersa en un estado de sospecha y desconfianza, es un paso para la captación de su figura.

El caso del vicepresidente sigue siendo el factor de irritación constante que hasta puede competir con el debate interno sobre el futuro opaco que amenaza a Cristina.

Néstor Kirchner prometió que no se va a meter con Cobos en sus discursos partidarios. Lo hizo entre los suyos, que son los más preocupados y los que le creen.

Cristina Fernández está enojada con su vicepresidente y lo expresa. No sólo la afectan sus apariciones con definiciones políticas, también le cae muy mal (así lo aseguran sus allegados) que el mendocino reciba, en su despacho del Congreso, a muchas figuras de la política; pero, especialmente, a los peronistas.

"Es una provocación de Cobos y de los disidentes también", dicen esos colaboradores presidenciales. Conversaron con el vicepresidente nada menos que Felipe Solá y "Chiche" Duhalde y es por ese lado que, en Olivos, señalan la preocupación que les genera, porque, además, siempre ven una conspiración latente.

Cristina Fernández, un verdadero lifting de contenidos para consumo mediático

Por Pepe Eliaschev

Era sencillo descalificar algunas preocupaciones de hace no mucho, cuando todavía era frecuente toparse con excusas formales que pretendían descalificar objeciones incómodas.


Al  Carlos Menem de los años 90 no convenía hacerle juicios estéticos porque esa debilidad “tilinga” desfiguraba las mucho más trascendentes críticas sobre la corrupción y las privatizaciones. De modo que Xuxa, los Rolling Stones y Charly García en Olivos, la Ferrari “mía-mía” y las danzas del vientre con odaliscas eran preocupaciones gorilas.

A los peronistas Kirchner también se hizo difícil cuestionarlos durante años, sobre todo para quienes blandían a la nueva Corte Suprema de Justicia y a la llamada “política de derechos humanos” como esencias poderosas, al lado de las cuales las carteras Louis Vuitton de ella, los mocasines de él y –sobre todo– la colosal riqueza que codiciosamente amasaron y la banda de cortesanos favorecidos resultaban para no pocos rasgos secundarios. Hoy esa indecencia, en la que se arroparon fatigados progresistas y rotundos burgueses nacionales, ya es inviable.

Nadie le puede recriminar a él su tosquedad invariable. Néstor Kirchner nunca fue ni será un político intelectual. Jamás quiso serlo. Ha sido, en ese sentido, muy sincero. No es ni será un hombre de libros, ni un decidor que atrape por sus conceptos. Hoy, como siempre, su labia es pastosa y su vocabulario es irremediablemente indigente.

Lo de ella es diferente. Ya en los primeros 90, Aníbal Fernández (que castiga micrófonos desde hace ocho años al hilo) la definía como “un cuadro de puta madre”. La militancia K vivía embobada por la aparente solidez de la verba de Cristina, una abogada que se lució durante años por su prolijo manejo de la trinidad sujeto+verbo+predicado, armonía sintáctica a la que muchos políticos, funcionarios y empresarios no le encuentran la vuelta.

Los largos años en el poder (los Kirchner son funcionarios del Estado desde hace ya dos décadas, sin pausas) transformaron la primigenia tersura lingüística de la actual presidenta en una caricatura de sí misma. Engreída, airada, didáctica, atosigada de ínfulas, Cristina Kirchner cabalgó siempre sobre su percepción de autosuficiencia para levantar sus meñiques y apuntar con sus índices.

Los maquillados mohínes se tornaron retratos de cera. Menudearon sus desplantes en vivo y su tono irrespetuoso de soberbia provinciana para con jóvenes cronistas que la abordaban, así como su cachondo jugueteo con los “chicos” a los que privilegiaba porque la atendían sin meterse en profundidades.

Todo bien hasta ahí. Ella era ella, una matrona sabia, híper producida y por encima del vulgo, “hegeliana” en los congresos de filosofía, importadora de momias en El Cairo, progresista “líberal” en las aulas de la New York University, bolivariana intensa en las barriadas caraqueñas, pero siempre en la misma longitud de onda, una mujer que quería codearse con Segolène Royal y con Nicolas Sarkozy, con Hillary Clinton y con Angela Merkel.

Ahora es diferente. Buitres y cerdos, mingas y viagras, acogotados y trancos de pollo, la Presidenta resbala diariamente por la ladera del ridículo, revelando una versatilidad que sería positiva si no fuera tan vergonzosa.

A este perfil surgido de un verdadero lifting de contenidos para consumo mediático, se le añade un agravamiento del tono auto victimizante, especialidad en la que descolló ya Néstor Kirchner.

Quieren boicotearnos, quieren que fracasemos, buscan imponer una política de hambre, los buitres vienen por nosotros, son como las ratas del Riachuelo. Ha venido condensado ella en sus casi cotidianos exorcismos lo más nefasto y paranoico del nacionalismo populista: el mundo quiere que a la Argentina le vaya mal y esos enemigos tienen representantes domésticos entre nosotros que trabajan en contra de nuestro país. En suma: el enemigo, la anti patria.

La desmesura presidencial acompaña el estilo prostibulario de su jefe de Gabinete, un funcionario que ha demolido minuciosamente toda pretensión de respeto por las normas de la urbanidad democrática. Como los insurgentes de los 70, que abominaban de las “libertades formales” del capitalismo, sus epígonos de estos años no solo desprecian esas formas, sino que se afanan por degradarlas todo lo que puedan.

El jefe Fernández es un empleado público que se vale de conceptos seguramente validados en los consultorios lacanianos que fatigó años atrás, y en sus matinales desembarcos por las radios califica a dirigentes y funcionarios con delicias tales como mamarracho, pirucha, vago e impresentable.

No estamos, ni estuvimos ante un problema estético. La obliteración de las más básicas rutinas de respeto civil ha ido de la mano de un profundo desdén por la democracia real, la que funciona con instituciones, partidos, leyes, congresos, controles y equilibrios.

Tras el paso de “rock star” que Cristina Kirchner hizo por el Congreso Mundial de Filosofía de 1997, donde se declaró “hegeliana”, un invitado especial a dicho evento, celebrado en San Juan, el filósofo Roberto Rojo, santiagueño nacido en 1924, pero tucumano por adopción y maestro de numerosas promociones de estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de esa provincia, dio en la tecla.

Rojo, que en sus inicios se especializó en Lógica, dice haber arribado a la pregunta filosófica por el lenguaje cuando leyó a Ludwig Wittgenstein (Viena, 1889 - Cambridge, Reino Unido, 1951). A terminar dicho congreso, Rojo dijo que “Somos lo que somos en gran parte por el lenguaje. El lenguaje nos constituye”.

Podrá decirse que no es saludable tomarse demasiado en serio a la Presidenta y su evocación de un week-end afrodisíaco comiéndose un cerdo con su cónyuge. Pienso al revés: creo que el lenguaje, las palabras, los rictus y el vestuario de la señora Presidenta no hablan sólo de una mujer indigeriblemente excesiva. La constituyen.

Fotografían algo mucho más importante que un disparate individual. Son el símbolo del melancólico predicamento de un país frecuentemente penoso.

La maniobra económica de Néstor Kirchner es una falta de ética "grave" e "inmoral"

Por Verónica Wiñazki y Ramón Indart

Cuando se enteraron que Néstor Kirchner había comprado en el año 2008 -en plena crisis financiera internacional- divisas por dos millones de dólares, los opositores no tardaron en hacer oír sus críticas. El líder de Proyecto Sur, Pino Solanas; el abogado Ricardo Monner Sans; y los senadores Samuel Cabanchik y Nito Artaza, coincidieron en calificar la maniobra económica del ex presidente como una falta de ética "grave" e "inmoral".

Solanas, Monner Sans, Carrió, Cabanchik, Prat Gay, Artaza

"Lo primero que uno tiene que afirmar es que se trata de un presidente que desconfía de la moneda argentina. Habría que recordarle al co-presidente de la Argentina que la moneda sigue siendo un signo de soberanía y que trate de confiar más en Cristina y no en Obama", aseguró el abogado penalista Ricardo Monner Sans.

Además, consideró que "las groserías de incremento del patrimonio que siguen ofreciendo ponen cada vez más en tela de juicio a qué se dedica realmente le matrimonio presidencial. Por efecto rebote, qué mal parado queda el juez Oyarbide habida cuenta que si se hubiera hecho un proceso judicial en serio y no un simulacro, todo esto lo sabríamos antes de que el converso señor Redrado hubiere puesto en altavoz actos que más allá de su ilicitud o no, tienen un carácter mucho mas grave: son inmorales".

Pino Solanas manifestó que "si la información se confirma es una falta grave porque los funcionarios de la república que ocupan posición dominante y tienen información exclusiva no están para hacer negocios particulares, es una falta de ética grave y hay que ver si no lesiona los deberes de funcionario público. Es una barbaridad, más siendo pareja de la Presidenta de la Nación".

Por su parte, Samuel Cabanchik, del bloque Proyecto Buenos Aires Federal, dijo que "otra vez las posiciones de poder privilegiadas son usadas para beneficio propio y de los amigos del poder. Es lo que salta a la vista. Es un mal más o menos crónico; no es un invento de este gobierno, pero este gobierno lo ha hecho más impune y perverso al argumentar siempre a favor del bien común cuando es para beneficio personal". Y agregó: "Esto aparece en la pelea del renunciante Redrado y el ex presidente y su gente. Es lamentable y demuestra que cuando uno está adentro lo oculta, y cuando está afuera lo saca a la luz.

Para el senador Nito Artaza, la compra de dólares por parte del ex presidente "es un hecho que hay que tomarlo con precaución y no dejarlo pasar inadvertido. No tenemos que acostumbrarnos a que los funcionarios hagan este tipo de irregularidades. Pasó con los fondos de Santa Cruz y ocurrió con los bienes del matrimonio presidencial".

Tanto Elisa Carrió como el diputado Alfonso Prat Gay aseguraron que por el momento no harán declaraciones.

La nómina del Banco Central que integran los que compraron mayor cantidad de dólares en el 2009

Por Juan Cruz Sanz

Este diario accedió a la nómina del Banco Central que integran las principales doscientas personas y empresas que compraron mayor cantidad de dólares en el año 2009. No hay delito. Cómo es la operatoria para adquirir divisas dentro del marco legal.


“La información está”, dijo ayer al renunciar Martín Redrado, el ex titular del Banco Central, buscando amortizar los daños de una bomba que le explotó en la cara. Motivado por su pelea con el Gobierno nacional, Redrado quizó profundizar su estrategia y pasar al ataque: “Tengo las listas específicas de los amigos del poder que compraron dólares”, dijo.

Sólo eso fue necesario para que la espuma suba en todos los despachos del Ejecutivo Nacional. La lista nunca la mostró, el Gobierno lo apuró, lo acusó de encubrir presuntas maniobras irregulares en la compra de dólares, Redrado retrocedió, se desdijo, pero la lista quedó en el aire.


Perfil accedió a esa nómina de personas físicas y jurídicas a las cuales se habría referido el ex hombre del Central, sin embargo, la ambigüedad de los dichos de Redrado, generaron múltiples elucubraciones que sólo él podrá determinar: ¿Qué quizo decir con esa amenaza? ¿Qué pretendía lograr con la publicación de esa lista? No se sabe.

Formar parte de esa lista no significa ningún delito e incluso deja en claro que, tanto las personas como empresas que quedaron registradas en los documentos del BCRA, realizaron la compra de dólares en forma legal. Es decir, no incurrieron en ningún delito, ni irregularidad. Nestor Carlos Kirchner está registrado con la compra de 2 millones de dólares.

Se trata de dos listas que colocan de mayor a menor –de acuerdo a la dimensión de las operaciones–, a las100 empresas y 100 personas que más dólares compraron en 2009. En cuanto a las personas físicas, el primer puesto es ocupado por el empresario agrícola Gustavo Carlos Lanzillotta, con la compra de 11 millones y medio de dólares.

Luego lo sigue Fernando Luis Allende, con operaciones por US$ 9.783.400. Este diario se comunicó con Allende, que es el director de Fénix Bursátil Sociedad de Bolsa SA. “Acá se rompió el secreto bancario. No fueron ustedes, pero es un tema bastante delicado”, aseguró. Allende evitó referirse a la lista y aclaró que no vio las cifras que se le adjudican. “Soy agente de bolsa y todo el tiempo realizamos operaciones de este tipo”, agregó. Además, en la lista de empresas, Fénix Bursátil ocupa la ubicación número 66, con la compra de 15 millones de dólares.

En el cuarto lugar de la lista, aparece Horacio Julio Bonavia, socio de Allende, con la compra de pocó más de 9 millones. Un poco más lejos, aparece otro socio de Fénix: Guillermo Pedro Merelle, con 3 millones de dólares.

Además, aparecen empresarios con relaciones fluidas en Balcarce 50.

Ricardo Jorge Micheli es una de las autoridades del Banco del Sol, una pequeña entidad financiera con fluidos contactos con Néstor Kirchner. No por nada, una de las pocas sucursales se basó en Río Gallegos. Micheli compró 5 millones y medio de dólares.

Federico Tomasevich, dueño de la financiera Puente Hnos. e histórica casa de cambios, aparece en el puesto número 36 con la compra de U$S 5.119.000. Puente hermanos tiene vinculaciones con el gobierno formoseño, liderado por el kirchnerista Gildo Insfran y fueron mencionados en el informe de la comisión de lavado de dinero que presidió Elisa Carrió, por presuntas operaciones irregulares.

Marcelo Mindlin, titular del Grupo Pampa Holding, figura en el lugar número siete, con la compra de 8 millones y medio de dólares.

Néstor Ick, con llegada directa al matrimonio presidencial, aparece dentro de los primeros diez, con casi siete millones. Según la lista a la que accedió Perfil, integrada por 100 personas, el volumen de las operaciones de estos empresarios rondan los 60 millones de dólares, de un total de U$S 474.509.498.

En la enumeración, también aparece el empresario y periodista Daniel Hadad, con la compra de 3.820.230 millones.

Casi al final, aparece Isaías Volodarsky, señalado como uno de los integrantes de la mesa de dinero en la cual habría participado el ex interventor de la Lotería de la Provincia de Buenos Aires, Luis Alberto Peluso. Volodarsky compró dos millones y medio.


También lo hizo el sindicato de Camioneros, conducido por Hugo Moyano y Juan Carlos Relats, el empresario correntino, socio de los Kirchner en los negocios hoteleros en El Calafate.

En el caso de camioneros, se trata de seis millones de dólares comprados mediante la Obra Social Conductores Camioneros y UTAC, Obra Social de Choferes de Camiones y el Sindicato de Choferes de Camiones de la Ciudad de Buenos Aires. Cada entidad compró, al igual que el primer caballero, dos millones de dólares.


Mediante sus empresas Relats realizó dos operaciones. La primera fue con su caballito de batalla, Rutas del Litoral SA por US$ 2.250.000, la otra compra de dólares la hizo mediante la UTE, IECSA SA, Rutas del Litoral SA, Ruta 9 por 2 millones. Con el mismo monto también aparece Cerro Vanguardia SA, la compañía minera santacruceña con participación del Estado provincial.

Según el resto de los integrantes de esta lista, el gobierno de la provincia de San Luis compró US$ 2.001.608.

Lo mismo hizo el gobierno de Daniel Scioli, por US$ 2.012.435.

La provincia de Tucumán también se sumó, con la compra de US$ 1.944.327. La provincia tucumana tiene, además, otro representante: León Alperovich, el padre del gobernador. Su nombre quedó plasmado justo debajo del de Néstor Kirchner, con un cambio de divisa igual al del ex presidente: 2 millones de dólares.

En cuanto a empresas, la lista es encabezada por HSBC New York Life Seguros de Vida (Argentina) con la compra de 24 millones de dólares. Luego aparecen Siderar, Volkswagen y el Grupo Clarín, entre otros.

De acuerdo a lo explicado por especialistas, estas listas serían las que se refieren a las operaciones de compra de divisas “para atesorar”; es decir, para ahorrar o guardar debajo del colchón y que tienen un límite de 2 millones mensuales.

Otra vez a los K no les preocupa resolver los problemas sino servirse de ellos

Por Ricardo Roa

Si algo faltaba era que Redrado, que se quería quedar, anunciara al fin que se va y el Gobierno, que hizo todo para que se vaya, diga que no lo deja ir. Todo esto por TV y en simultáneo. Y a propósito de un pomposo Fondo del Bicentenario, proyectado para ganar confianza en los mercados (ver El Gobierno presiona a Cobos e insiste con el uso de las reservas, Por Gustavo Bazzan ).


A un mes y medio de lanzado, el Fondo no está. Lo que está y a la vista es la renuncia con escándalo del jefe del Central, el despido del procurador, tres fallos en contra de la Justicia, un embargo transitorio de las reservas en EE.UU. y la suspensión del viaje presidencial a China. Sin contar la caída de los bonos y el empantanamiento del canje. Lo que se ganó es más incertidumbre.

Es notable con qué naturalidad los voceros del kirchnerismo niegan la responsabilidad que tienen sobre esto y simulan que todas las desgracias son por conspiraciones contra el Gobierno. Obvio, las denuncias tienen rendimiento decreciente: a mayor frecuencia, menor impacto. Después de avalar cinco años las políticas de los Kirchner, Redrado es acusado hoy de lo peor: incumplir leyes y ofrecer información privilegiada a operadores. Deberían explicar de qué hablan.

También Redrado, que se presenta como un economista profesional que puede trabajar con el que venga y dice que resistió otros aprietes para apoderarse de las reservas y para devaluar. ¿A cuáles se refiere? En el revoleo de listas del Central de compradores de dólares, aparece el mismo Kirchner en octubre del 2008 (ver Néstor Kirchner, en un listado de compradores de dólares en 2008, Por Martín Bidegaray).

Redrado dijo chau y el Gobierno, que se quede. Más conventillo y sólo para complicar a Cobos en la Bicameral. Si vota a favor del Gobierno, perderá con la gente. Si lo hace por Redrado, lo acusarán de complotar. Otra vez a los K no les preocupa resolver los problemas sino servirse de ellos.

Una conspiración de dimensiones homéricas

Por Eduardo van der Kooy

Se profundiza la pelea de los Kirchner con la Justicia. Incluso con la Corte. El Gobierno carece de interlocutores aptos. La crisis por el Central abrió fisuras en el Gabinete y disparó un despido. Anticipó la renuncia de Redrado e hizo aflorar enojos en el peronismo bonaerense.



Néstor y Cristina Kirchner parecen empeñados ahora en demoler hasta las cosas que en otro tiempo, con conciencia o sin ella, hicieron bien. Acaban de sumar a la Justicia, a la propia Corte Suprema que supieron remozar, al inagotable universo de sus peores enemigos. De aquellos que estarían tramando, según esa óptica, una conspiración de dimensiones homéricas.

O algo extraño estaría sucediendo en la Argentina que sólo la sensibilidad de los Kirchner parece en condiciones de captar o, como señalaría cualquier folleto básico de psicología, el matrimonio parecería enredado en un peligroso designio de autodestrucción política.


Antes de incorporar a la Justicia en la nómina de malvados, los Kirchner habían redoblado la presión para intentar tumbar a Julio Cobos. Se le endilgó formar parte de un plan desestabilizador junto al desplazado titular del Banco Central, Martín Redrado.

Bastó que el vicepresidente, como integrante de la Comisión Bicameral que debe juzgar a Redrado, ajustara algunas conductas y tiempos a las necesidades del matrimonio para que aquella ofensiva menguara. Nadie del coro kirchnerista reclamó la semana pasada el apartamiento de Cobos.

La ira de los Kirchner es hoy contra la Justicia. Casi en una misma saga están los medios de comunicación, los opositores, los peronistas que disienten, llamados "traidores". Son apenas las menciones del último tiempo.

Las Fuerzas Armadas, la Iglesia, las fuerzas de seguridad -en especial la Policía- y los "grupos económicos" asoman como veteranos integrantes de esa lista de enemigos.

Hay una fauna humana, aunque también una zoológica: la Presidenta advirtió la última semana sobre el acecho de los buitres, de adentro y de afuera. Pareciera haber en ciernes una verdadera tragedia, de la cual los argentinos comunes no se habrían percatado.

Entre tantos desagradecidos y tantas pérdidas, los Kirchner sumaron en los últimos tiempos una modesta alianza. El trato con la AFA. La televisación del "fútbol para todos", que se estaría tornando insostenible para las arcas del Estado y que explicaría, entre una parva de motivos, la necesidad y la premura del Gobierno para definir el conflicto con Redrado y poder hallarle una salida a la utilización de las reservas del Central, etiquetadas como Fondo del Bicentenario.



Ese conflicto no expirará con la salida de Redrado ni con la opinión de la Bicameral. Perdurarán los profundos recelos internacionales por muchas cosas que desnudó el escándalo. También las fisuras abiertas en el Gobierno que, como primera manifestación, produjo el alejamiento del procurador del Tesoro, Osvaldo Guglielmino. El hombre colaboró con Carlos Zanini, el secretario Legal y Técnico, en la estrategia del uso de las reservas y en el modo de enfrentar las réplicas judiciales. Se cortó el hilo por el lado más delgado, como suele suceder.

Zanini es el último funcionario de confianza que le queda el raído circulo de decisiones de los Kirchner. Guglielmino llegó a la Procuración casi de casualidad: en ese lugar, originalmente, había sido designado el santacruceño Carlos Sánchez Herrera. Tuvo que renunciar cuando se supo que había sido abogado defensor del ex jefe policial durante la dictadura, Juan Bautista Sasiaíñ.

Los Kirchner recurrieron con presteza para cubrir la vacante de Guglielmino a Joaquín Da Rocha. Se trata de un penalista dedicado hace años a la actividad privada. La especialidad es lo de menos: conoce el recorrido serpenteante entre el poder y la Justicia. Estuvo antes en la Justicia bonaerense y en el Consejo de la Magistratura.

El matrimonio siente una enorme orfandad con el Poder Judicial. El ministro del área, Julio Alak, como otros ministros, parecen satisfechos con su labor sólo cumpliendo el protocolo de la asistencia. Aníbal Fernández, con sus modos, provoca más desagrado que otra cosa. De su tránsito por el Ministerio de Justicia quedó una relación resentida con la Corte Suprema.

Los Kirchner desconfían de esa misma Corte que renovaron cuando era imperioso para ellos la construcción de una expectativas social que no había sido registrada en el 2003 por el magro caudal de votos. El ex presidente apunta al lote de miembros que vienen de una etapa anterior.

¿Quiénes son? Carlos Fayt, a quien un amparo lo autoriza a seguir como juez pese a haber superado el límite de edad jubilatoria. Enrique Petracchi, que asumió en 1983 como producto de un acuerdo radical-peronista y Juan Carlos Maqueda, convertido de senador en juez durante la emergencia de Eduardo Duhalde.

Tampoco han sido bien recibidas, en los últimos tiempos, opiniones de los nuevos integrantes. Sobre todo de Ricardo Lorenzetti y Carmen Argibay. Pero el mayor fastidio del matrimonio caería sobre Petracchi.

El kirchnerismo supone que las juezas de la Cámara que prohibió usar reservas al Banco Central y delegó en el Congreso el conflicto con Redrado -Marta Herrera y Clara Do Pico- serían discípulas del magistrado. Petracchi no habría movido un dedo para torcer el sentido de ese fallo.

Al primero de los dos conflictos el Gobierno parece haberle encontrado un escape que el tiempo dirá si no se trata, en verdad, de una emboscada. Redrado terminó, al final de agotadores cabildeos, renunciando al Banco Central, pero ese trámite y sus secuelas -entre ellas las denuncias del economista- provocaron daños incalculables a los Kirchner.

Habrá que analizar, además, el contenido del consejo de la comisión parlamentaria que terminaría avalando la decisión presidencial. Aunque antes de hacerlo, Cobos y Alfonso Prat Gay -nadie sabe qué hará el kirchnerista Gustavo Marconato- piensan elevar a Cristina una nota preguntando si es necesaria la conclusión de la Bicameral con la ida de Redrado consumada.

Los Kirchner ahora quieren ese veredicto que tanto trataron de esquivar porque, con el pleito saldado, desean que la oposición (Cobos y Prat Gay) se exponga a un veredicto que, según sea, también tendría costos para ella.

El vicepresidente y el economista de Elisa Carrió habrían coincidido en que la conducta de Redrado fue correcta al bloquear las reservas del Fondo del Bicentenario. Pero en la prolongada exposición del ex jefe del Central habrían detectado muchas debilidades de su gestión anterior. Ligadas en especial a los esfuerzos por encubrir la inflación.

Cobos y Prat Gay. en cambio, nunca habrían podido resolver una diferencia. El diputado de la Coalición planteó que antes de iniciar sus sesiones la Bicameral debía solicitar la derogación del DNU con el cual la Presidenta había echado a Redrado y soslayado el papel del Congreso. Pero aquél planteo terminó arrastrado por la resistencia kirchnerista, las presiones de los Kirchner y los apuros.

Cobos prefirió eludir esa discusión porque hubiera estirado los plazos de la Bicameral. Fue una de las impugnaciones que hizo Redrado cuando el viernes presentó su renuncia. Fue también otra corroboración de que el ejercicio político e institucional en la Argentina circula por una alcantarilla.

Veamos. Cristina quiso despedir a Redrado por decreto. Luego se doblegó ante la presión del Congreso. Redrado pidió la derogación del DNU antes de declarar. Era una condición necesaria para convalidar la actuación de la Bicameral. No existió tal derogación pero igual se presentó a declarar. Terminó renunciando antes de que la comisión se expida. El Gobierno que lo quiso echar por decreto y le impidió el ingreso al Banco por la fuerza pública ahora se niega a aceptarle la renuncia. Una pintura de comedia y tragedia política.

Pareciera claro, a esta altura, que Cobos navega con soltura las aguas de la confrontación con los Kirchner cuando esas aguas están mansas. El encrespamiento lo atribula. Las definiciones tajantes también. Por eso estima que, con Redrado fuera de la escena, sería estéril un pronunciamiento de la Bicameral. Su voto será, en cualquier circunstancia bajo cualquier argumentación, a favor o en contra de los Kirchner. Así de simple. Un dilema para el vicepresidente y los radicales, que desde el conflicto con el campo pretendieron erigirse en la contracara kirchnerista.

El peronismo también tiene su dilema. ¿Hasta cuándo soportar la conducción forzada de Kirchner? Hace rato que muchos peronistas bonaerenses, alistados con el matrimonio, venían de un conciliábulo en otro. Ocurrió que ahora resolvieron hacerlos públicos para ventilar, como admitió Hugo Moyano, el disconformismo con el ex presidente y con el Gobierno. Esa decisión disparó un cruce del sciolismo contra Sergio Massa. El intendente de Tigre se hace el desentendido aunque murmura que el ex presidente y el gobernador están agotando su tiempo político.

¿Carlos Reutemann piensa igual? El senador regresa de Nueva York para mostrarse con los principales dirigentes del Peronismo Federal. El último día del año pasado, en su campo, le dijo a un empinado peronista que su postulación sigue en pie. Envió la semana pasada un correo a un kirchnerista crítico.

Kirchner decidió reasumir la conducción del PJ en el Chaco porque no pudo elegir otro lugar. Ese vaho de inocultable debilidad empieza a penetrar el partido. El peronismo juramenta siempre que al líder que deja de serlo se lo acompaña al menos, como señal de reconocimiento, hasta las puertas del cementerio. Podría suceder que no pocos peronistas crean estar divisando esas puertas a la vuelta de la esquina.

El Fondo del Bicentenario ha sufrido una metamorfosis digna de Kafka

Por Enrique Szewach

La independencia del Central es la capacidad de tener una política monetaria y cambiaria autónoma de las necesidades fiscales del Gobierno. Pero la autoridad monetaria dejó de serlo. Sólo hay dos opciones.


A estas alturas, hasta los taxistas y mi abuelita han discutido extensamente lo que significa tener o no un Banco Central independiente del Poder Ejecutivo de turno.


Sólo quiero reiterar que, desde el punto de vista macroeconómico, la “independencia” del Banco Central es, básicamente, la capacidad de tener una política monetaria y cambiaria autónoma de las necesidades fiscales del Gobierno.

Dicho de otra manera, que el Banco Central pueda establecer, con su propio criterio, el monto de emisión monetaria que se destina a financiar el gasto público. Sin este atributo, resulta imposible diseñar una política de estabilidad de precios y, por lo tanto, la autoridad monetaria no puede cumplir con su tarea básica: que la inflación sea lo más baja posible.

Esta ha sido la forma “institucional” de obligar a una sociedad a discutir su política fiscal en el ámbito adecuado: el Congreso Nacional, en donde, se supone, se sientan los representantes del pueblo y las provincias.

Sin la posibilidad de recurrir a la maquinita del Banco Central, el gasto público encuentra un techo en la magnitud de los impuestos que hay que cobrar o en el crédito que el mercado global de capitales está dispuesto a otorgar. Como el crédito siempre tiene un máximo, limitar la emisión monetaria lleva a la sociedad a enfrentar el conflicto de discutir, seriamente, en qué se gasta y quién lo paga. Usar al Banco Central como sustituto del Congreso permite evitar esa discusión, pero a costa de una alta tasa de inflación.

Esto no sería un problema de extrema gravedad si la inflación no tuviera devastadores efectos sobre la tasa de crecimiento de la economía y la distribución del ingreso. La Argentina es uno de los ejemplos más citados en el mundo sobre los efectos de la inflación en una economía. (Parece increíble que todavía políticos importantes de nuestro país continúen con la cantinela de que “es preferible un poco de inflación a la paz de los cementerios”, cuando el argumento es exactamente al revés, es la inflación la que nos lleva a la paz de los cementerios, al estancamiento y a la decadencia.)

Pero, bueno, el Banco Central ya ha perdido su independencia, de manera que, mirando hacia adelante, tenemos que evaluar las consecuencias de esta acción sobre la economía. El Gobierno pretende usar las reservas del Banco Central para financiar parte del gasto público de este año y, eventualmente, del próximo.

En ese sentido, el Fondo del Bicentenario ha sufrido una metamorfosis digna de Kafka. Nació para “blindar una parte de las reservas” y garantizar con ellas pagos de deuda y, sólo en un mes, se ha convertido en un fondo para pagar deuda nacional y provincial, financiar obra pública, comprar empresas o gastar en lo que sea.

En ese contexto, el futuro macroeconómico dependerá de cuántas reservas se van a usar y en qué. Si parte de las reservas se usa para pagar deuda externa, mientras se presenta un programa coherente de reducción gradual del déficit fiscal, modificación del esquema de impuestos y gastos y una verdadera política antiinflacionaria, cosa que dudo, es una cuestión. Si, en cambio, parte de las reservas se usa para pagar deuda y otros gastos y/o inversiones, sin modificar la política fiscal actual, lo más probable, es otra.

En el primer caso, estaríamos ante un planteo sensato y maduro para reencauzar el desborde populista de estos años hacia una transición ordenada a un nuevo período político, en donde habrá que discutir, seriamente, como mencionara más arriba, lo que hemos venido postergando, con inflación y devaluación, en las últimas décadas.

En el segundo, usar las reservas y nada más, estaríamos preparando la próxima crisis, facilitándole a un eventual nuevo gobierno eludir, otra vez, la discusión central, ya que el conflicto en torno a la política fiscal lo resolvería, transitoriamente, en ese caso, otro ciclo de devaluación e inflación. Con altos costos sociales y de actividad económica.

En síntesis, perdida, por ahora, la independencia del Banco Central, las reservas se van a usar.

El dilema es: o uso de reservas, con un programa de transición hacia el fin del populismo, gradual y ordenado, evitando una nueva crisis, o uso de reservas para financiar el final a toda orquesta de esta etapa del populismo, terminando en una nueva crisis.

Nuestra clase política tiene la decisión.

Enero ya termina, la furia K, no

Por Nelson Castro

La sucesión de hechos provocados por el Gobierno y la oposición tras el inicio del año parece estar llegando a su fin. Sin embargo, los daños colaterales provocados por el Gobierno marcarán el compás de la gestión.

Fue la crónica de un final anunciado. Una vez que la Presidenta se vio forzada por la Justicia a cumplir con lo dispuesto por el artículo noveno de la Carta Orgánica del Banco Central, referido a los procedimientos de remoción del presidente de la entidad, la suerte de Martín Redrado estaba echada. Mucho más aún cuando, como habíamos anticipado, su destitución contaba con el voto “positivo” de Julio Cobos.


La puesta en escena de la renuncia del ex presidente del BCRA forma parte de un clásico de la política argentina. Son denuncias tardías que por su gravedad también comprometen al funcionario que las hace. Por otra parte, son confirmatorias de informaciones que en su momento la prensa difundió y que el kirchnerismo negó y fustigó.

En la edición de hoy de Perfil se publica una nómina de compradores de fuertes sumas de dólares. Figuran allí tanto Néstor Kirchner como Hugo Moyano. La fecha de la compra coincide con el despuntar de la crisis económica tras la quiebra de Lehman Brothers. Ese fue uno de los momentos en los que merodeó el fantasma de la devaluación. Se ve que tanto uno como otro tenían mucha plata y poca confianza tanto en el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner como en la economía del país.

El análisis de la Comisión Bicameral –que en realidad ha sido unicameral ya que, de sus tres integrantes, dos son diputados, Gustavo Marconato y Alfonso Prat-Gay, y quien la preside es el vicepresidente que no es senador– es altamente crítico de la gestión de Martín Redrado.

Al día de hoy las posiciones de sus integrantes son las siguientes: Marconato votará por la destitución del renunciante presidente del Banco Central; Cobos, también, aun cuando su idea es hacer más que nada una evaluación con reproches a la gestión del funcionario desplazado; Prat Gay, en cambio, se debate en una encrucijada: como es de público conocimiento, su valoración de la gestión de Redrado es fuertemente crítica y, por ende, es de la opinión de apoyar su remoción; lo que ocurre es que sobre él hay una presión que viene ejerciendo Elisa Carrió para que no vote a favor de lo que propone el Gobierno. De ceder ante esta presión, Prat Gay quedará expuesto a una manifiesta contradicción que le facturarán opositores y oficialistas.

Por supuesto que en todo este episodio han quedado secuelas negativas significativas dentro del Gobierno. Una de ellas es la que terminó con la permanencia del Dr. Osvaldo Guglielmino como procurador del Tesoro. La Procuración del Tesoro es una pieza clave en el andamiaje jurídico del Poder Ejecutivo. Según se describe en sus objetivos, “la Procuración del Tesoro es la asesoría jurídica de más alto rango del Presidente de la Nación y de los funcionarios de la Administración Pública. Como tal, asesora al Presidente y a dichos funcionarios por medio de dictámenes, representa al Estado Nacional en juicio dadas ciertas condiciones, audita y registra los juicios contra el Estado Nacional, es parte, instruye sumarios a los funcionarios de las dos más altas categorías de la Administración que tengan funciones ejecutivas y capacita a los abogados del Estado y a los que aspiran a serlo”.

Algún malestar venía existiendo de arrastre con el Dr. Guglielmino. A él le adjudican la responsabilidad del mal asesoramiento relativo al tema Redrado. Una de las cosas que dejó al descubierto este culebrón fue el desastroso manejo que hizo el Gobierno de todo el asunto, producto de un desconocimiento de su parte de aspectos técnicos elementales, circunstancia que lo llevó a meterse en un embrollo cuyo resultado no hizo más que acarrear un perjuicio tras otro.

Esto fue consecuencia, además, de un pésimo asesoramiento. Los reproches por ello llegaron al secretario Legal y Técnico de la Presidencia, Carlos Zaniniintocable–; al ministro de Economía, Amado Boudou, y al procurador del Tesoro, quien, desde el punto de vista político, era el más débil.

Guglielmino asistió a la comisión bicameral a propuesta del vicepresidente. El hecho de haber aceptado la invitación de Cobos seguramente molestó a la Presidenta, quien, en la noche del martes, tuvo una pormenorizada conversación telefónica con el diputado Marconato. Durante esa charla, el legislador oficialista describió la actuación del hasta entonces procurador del Tesoro, enfatizando la defensa cerril que hizo de las acciones llevadas a cabo por el Poder Ejecutivo para remover a Redrado.

Por lo visto, nada de eso sirvió y, en consecuencia, el matrimonio presidencial decidió que el Dr. Guglielmino debía ser echado. “Lo hicieron al mejor estilo K”, según afirmó alguien que supo ser kirchnerista y vivió una experiencia similar.

El reemplazante de Osvaldo Guglielmino es el Dr. Joaquín Da Rocha, un hombre de solidez jurídica, con prestigio dentro del ámbito judicial y con vuelo propio dentro del Partido Justicialista. El Dr. Da Rocha es un hombre de consulta en los ambientes del derecho, de trato afable y abierto al diálogo. Habrá que ver cómo compatibiliza todos estos atributos con las formas con que ejerce el poder el matrimonio presidencial, a todas luces opuestas a las que exhibe el flamante funcionario.

Al Dr. Da Rocha lo propuso el jefe de Gabinete de Ministros, Aníbal Fernández, y la idea subyacente detrás de este nombramiento es que el Poder Judicial tome esta designación como un gesto del Poder Ejecutivo destinado a bajar los decibeles de un enfrentamiento altamente nocivo.

Hay que señalar que, durante una de las tantas horas de furia de la crisis del Banco Central, la Presidenta, que se supone que es abogada, cometió la torpeza de hablar del “Partido Judicial” para descalificar los fallos adversos tanto de la jueza María José Sarmiento como de su superior, la Cámara en lo Contencioso Administrativo, y provocó un malestar mayúsculo entre una gran cantidad de profesionales del derecho que trabaja en la Justicia. “Esto cayó como una bomba atómica; va a ser necesaria una tarea de reparación muy importante para reencauzar, aunque sea mínimamente, las cosas”, reconocía alguien que conoce al dedillo lo que pasa en los pasillos y despachos tribunalicios.

El capítulo dos de esta novela habrá de centrarse ahora en la discusión que el Congreso deberá dar sobre el Fondo del Bicentenario, ya que, tras el fallo de la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo, al matrimonio presidencial le es imposible avanzar con este proyecto sin la aprobación de una de las cámaras.

Aquí las cosas juegan a favor del Gobierno. Esto es así porque la legislación concerniente a los decretos de necesidad y urgencia establece que, para su ratificación por parte del Parlamento, basta con la aprobación de una sola cámara, ya sea de Diputados o de Senadores.

El Gobierno sabe que, en Diputados, esta batalla está prácticamente perdida. En cambio, en Senadores, las cosas son diferentes. Allí hay una paridad muy lábil que puede ser modificada por los votos de dos senadores: los de La Pampa. Pero en este caso en particular, hay otros que se suman desde espacios que no pertenecen al oficialismo. Estos son los casos de Santa Fe y Corrientes. En ambos, los respectivos gobernadores, el socialista Hermes Binner y el radical devenido K Ricardo Colombi, se han expresado a favor del Fondo del Bicentenario.

La razón es muy simple: necesitan la plata. El Gobierno sabe eso. Y, por ello, está negociando a todo tren. El plan de la cajita feliz de Néstor y Cristina Kirchner está a pleno. Claro que hay una incógnita: nadie sabe a ciencia cierta cómo será luego la repartija de esos dineros, porque la llave de la caja la tendrán el ex presidente en funciones y su esposa.

En el medio de todo esto nadie ha vuelto a preguntarse qué estrategia se adoptará para que el país se defienda de futuros embargos dictados a causa del accionar de los fondos buitres.

Con el Fondo del Bicentenario el sueño electoral de Néstor Kirchner para 2011 volverá a cobrar vuelo. Será, de todos modos, un vuelo en cielos turbulentos. El “desamor” reinante en muchos sectores del justicialismo hacia el ex presidente en funciones se va expandiendo a la manera de las ondas que produce una piedra al caer al agua. Sin embargo, esto no entra en los cálculos del matrimonio presidencial, para el que todo se arregla con plata.

La reunión de 22 diputados provinciales peronistas en Pinamar encendió el fuego de la furia K. Como ya es sabido, en esa reunión hubo críticas fuertes hacia la conducción partidaria de Néstor Kirchner. No es que ésta hubiera sido el primer encuentro de legisladores del justicialismo bonaerense en el que aparecieron críticas hacia el ex presidente en funciones. Lo novedoso de este encuentro fueron tanto el detalle con el que se lo hizo conocer a los medios como una frase que allí se dijo, alusiva al esposo de la Presidenta: “Así nos conduce a una nueva derrota electoral”.

Esto fue demasiado para Néstor Kirchner, quien, enterado de lo sucedido, estalló de ira y anunció que hará tronar el escarmiento entre los “traidores”, cuya nómina, en la provincia de Buenos Aires encabeza holgadamente el ex jefe de Gabinete de Ministros Sergio Massa.

Todos estos hechos han dado forma a la furia de enero. Enero ya termina; la furia, no.

sábado, 30 de enero de 2010

Redrado, el último de una larga lista de desertores

REDRADO. El "okupa" del Banco Central, como lo llamó la Presidenta, es el último de una larga lista de desertores que reflejan la incapacidad del Gobierno para negociar.

Por James Neilson

Ya es evidente que la capacidad de Néstor Kirchner y señora para cometer errores gratuitos no tiene límite. Que sea así es lógico. Hace aproximadamente tres años, la mayoría de sus compatriotas optó por tomar un camino que, con suerte, andando el tiempo la llevaría al “país normal” con el que todavía sueñan algunos optimistas irremediables. Pero ellos, tan testarudos, se negaron a acompañarla, con el resultado de que se han alejado mucho de la Argentina actual.


En el país ficticio, uno que guarda cierto parecido con la Argentina del 2004, en el que la pareja se ha internado, el pueblo sigue aplaudiendo sus atropellos como hacía cuando el presidente Néstor, apoyado por un Congreso complaciente y beneficiado por una economía en franca expansión, a diario fulminaba a militares, empresarios extranjeros, jueces menemistas, oligarcas rurales, neoliberales y otras alimañas.

En el país real, la gente está harta de su arbitrariedad y soberbia, el Congreso, rejuvenecido por las elecciones de junio del año pasado, está despertándose de su larga modorra, la economía cruje y los malos más malos del interminable culebrón nacional no son liberales sino kirchneristas como Luis D’Elía y Hugo Moyano. Aunque los líderes de las diversas agrupaciones opositoras les suplican a los Kirchner trasladarse al país real, asegurándoles que les perdonarán sus pecados con tal de que se comporten como es debido, los dos insisten en que se quedarán donde están.


En lo que en otra oportunidad se hubiera tomado por un arranque de lucidez, la presidenta Cristina Fernández atribuyó sus tribulaciones más recientes a su propia personalidad. Confesó que “no tendremos el mejor carácter del mundo, no seremos los más simpáticos”. Tiene razón, pero desgraciadamente para ella, y para el país, es cuestión de algo que es mucho más grave que la propensión que comparte con su marido a estallar de ira toda vez que alguien se anima a contradecirla y a tratar a todos los demás como si fueran sus sirvientes.

Sucede que a los Kirchner no les gusta para nada la democracia. En su universo particular, no existen instituciones autárquicas, autónomas o independientes.

En el léxico privado de los Kirchner, consensuar, dialogar, negociar son malas palabras porque presuponen cierta voluntad de hacer concesiones, lo que para ellos equivaldría a resignarse a la derrota, mientras que tolerancia es sinónimo de debilidad. Para ellos lo que busca la oposición es domesticarlos, humillarlos, atraparlos en una red jurídica que no les permita moverse con la soltura de antes.

Aun antes de caer derrotados a manos de aquellos chacareros oligárquicos y sus aliados, los “generales mediáticos”, los Kirchner y sus simpatizantes apenas presentables se pusieron a obrar con torpeza paquidérmica.
 
En cuanto la realidad se les volvió hostil, decidieron cambiarla por otra a su medida. El reemplazo del INDEC, una institución muy respetada internacionalmente, por una usina de propaganda oficialista fue un síntoma de lo que ocurría en el kirchnerismo. A partir de entonces, los santacruceños viven en un mundo de fantasía poblado de conspiradores siniestros, auténticos monstruos salidos de las páginas de textos marxistas y nacionalistas, que está tan alejado de aquel que efectivamente existe como el elegido por Don Quijote. El Caballero de la Triste Figura se las ingenió para hacer de los molinos de viento gigantes perversos.
 
Los K acaban de convertir a Martín Redrado, un tecnócrata flexible formado en Harvard cuyas ideas distan de ser populistas, en un héroe de la seguridad jurídica y paladín de la defensa de las reservas nacionales contra los tentados a saquearlas. Incluso Pino Solanas, con el que, su condición de producto de la clase media porteña aparte, Redrado no tiene nada en común, se ha sentido constreñido a brindarle su apoyo en su lucha por aferrarse a su puesto.
Si bien un tanto tardíamente, las “revelaciones” acerca del pasado neoliberal de Redrado indignaron sobremanera a los kirchneristas más rudimentarios, pero acaso sus caciques deberían sentirse más alarmados por la mutación, es de suponer, pasajera, del discurso de la mismísima Presidenta.

 Se convierte en algo excluido del mercado de capitales que por lo tanto tiene que pagar tasas de interés usureras. De haberse manifestado Cristina así dos años antes, los medios extranjeros más influyentes no la hubieran calificado de “déspota”, como acaba de hacer El Mundo madrileño, “irresponsable” o “populista”, sino de una especie de Margaret Thatcher sudamericana, lo que en términos económicos por lo menos no le hubiera perjudicado para nada. Logró convencer a los extranjeros y nativos que están preocupados por tales cosas de que la Argentina es un auténtico manicomio en que todo es posible.

Claro, a esta altura pocos creen que Cristina se haya arriesgado tanto por entender que al país le convendría reconciliarse con los mercados de capitales. En opinión de casi todos, lo que realmente quiere la Presidenta es rellenar la caja con plata sacada de las reservas para gastarla en un intento desesperado de comprar el apoyo mayoritario de cara a las elecciones presidenciales del 2011.

La batalla entre el gobierno y Redrado ha dejado un solo perdedor: el matrimonio Kirchner

Por Christian Sanz

La renuncia presentada en el día de ayer por Martín Redrado, ha dejado al kircherismo sin capacidad de reacción y demostró una vez más que todo el conflicto en torno al Banco Central estuvo muy mal manejado, desde el principio hasta el final.



No pasaron inadvertidas las contradicciones del oficialismo, que primero pedía insistentemente la renuncia del economista y más tarde aseguró, en boca del lenguaraz Aníbal Fernández, que no aceptaría su dimisión. ¿En qué quedamos? se preguntaba anoche hasta el más incrédulo.

El papelón oficial sigue sumando capítulos ante los ojos del mundo y sigue sin resolverse la cuestión de fondo: la creación o no del Fondo del Bicentenario.

En el medio de la insólita puja, hubo un dato que pasó casi inadvertido para los medios y que reviste enorme gravedad: Redrado aseguró que el gobierno tenía pensado usar parte de las reservas del BCRA para comprar acciones de YPF. ¿Cómo es que no hubo repregunta alguna por parte de los periodistas que escucharon tamaño comentario? ¿Por qué el kirchnerismo estaría interesado en la compra de YPF?

Reiteradamente se ha comentado que la familia Eskenazi, dueña de un 15% de la compañía oficiaba en realidad como “prestanombre” de los Kirchner y que por ello se les permitió adquirir el paquete accionario que ostentan sin poner un solo centavo.

La sola especulación que genera esto último, merece indagar a fondo sobre los dichos de Redrado, ya que podría confirmarse finalmente lo que todos sospechan: que el verdadero dueño de esa parte de YPF es el matrimonio gobernante.

Volviendo a la disputa de fondo, referida al propio Redrado y al Fondo -valga la redundancia- del Bicentenario, el gobierno ya ha perdido la batalla. Por más que logre destrabar ese dinero, ha quedado expuesto ante la mirada financiera internacional por su voracidad a prueba de escrúpulos.

A esta altura, ya nadie duda que se busca utilizar las reservas a efectos de hacer frente al déficit de las cuentas públicas –lo cual deja al descubierto la fragilidad de las finanzas de estos días- y para llevar adelante la onerosa campaña que permita al Frente para la Victoria competir de cara a las elecciones del venidero 2011. El dinero es el único recurso que conoce el kirchnerismo para lograr llevar adelante sus objetivos políticos.

Por eso, pase lo que pase en los próximos días, la batalla entre el gobierno y Redrado ha dejado un solo perdedor: el mismísimo matrimonio Kirchner.

El matrimonio presidencial cree en las mentiras que ellos mismos dibujan

POR Marcelo López Masía

El mito y la leyenda de Napoleón Bonaparte fueron efecto y consecuencia de la propaganda oficial que él mismo difundió por todos los países conquistados. Sus victorias se vieron amplificadas gracias a una hábil propaganda a través de la prensa y del arte, que crearon una imagen ideal de su Ejército y el culto a su persona. Para contrarrestar la leyenda napoleónica, desde 1804 el Gobierno inglés favoreció la edición y la publicación de panfletos y caricaturas contra Napoleón.




El Jefe del Gabinete de Ministros, Aníbal Fernández, reconoció que su programa de televisión preferido es '6,7,8:00', un panegírico kirchnerista que suele dar vergüenza ajena al espectador desprevenido.


Es más, él llegó a confesar que lo hace grabar para no perderse ni una sola emisión.

Luego del estrepitoso fracaso en el intento de marcar la agenda periodística con la publicación de una entrevista dominical exclusiva de Horacio Verbitsky a Néstor Kirchner en el diario Página/12, el patagónico decidió redoblar la apuesta y concurrir en vivo a los estudios de canal 7 para ser la figura rutilante del mencionado engendro "periodìstico".

El rating no pudo ser peor: terminó 5to. en su franja horaria.

El problema de Anibal y Néstor es no haber siquiera leido a un estratega tan conocido como Napoleón Bonaparte.

El emperador francés, quien era un lector metódico desde que se bañaba, en la mañana, hasta la hora de acostarse, devoraba sin pausa la prensa inglesa que se ocupaba día tras día de su persona.

Desde Le Moniteur, el diario oficial de su régimen, Napoleón llegó a escribir articulos terribles contra los periodistas británicos, siendo el más recordado "Contre les journaux anglais".

En una ocasión, un consejero decidió preguntarle porqué tenía tanto interés en repasar artículos que lo maltrataban de semejante manera.

Napoleón le respondió, entonces: "Todo lo que dice la prensa francesa pasa por mi sistema de censura. Yo quiero saber qué piensan de mi los verdaderos enemigos".

El matrimonio presidencial cree en las mentiras que ellos mismos dibujan, tales como las del INdEK; creen en los controles de precios de Guillermo Moreno; creen que llenan plazas y estadios porque la gente los quiere; y creen en las banalidades que les vende un personaje tcomo Diego Gvirtz.

Qué hacer con las supuestas reservas "excedentes"

Por Gabriel Rubinstein

Dijo nuestra Presidenta días pasados, que “la estabilidad monetaria en un país sin crecimiento es como la paz de los cementerios”, instando a discutir en sesiones ordinarias, “qué es lo que debemos hacer con las reservas”.

Las virulentas agresiones de los Kirchner se convierten en un blindaje protector del Vicepresidente

Por Carlos Tórtora


La férrea decisión del matrimonio presidencial de polarizar la política nacional entre ellos y Julio Cobos está dando resultados.

Alfonso Prat Gay y Julio Cobos, embretados en una incómoda situación


Por Alexis Di Capo

La decisión de Martín Redrado de renunciar antes de que la Comisión Bicameral Especial se expida sobre su desempeño como presidente del BCRA precipita nuevas polémicas.

Con su renuncia Redrado marcó a fuego esta noche la humillación del poder perdido

Por Ignacio Fidanza

Martín Redrado mantuvo la iniciativa durante toda la crisis del Banco Central y logró descolocar al Gobierno una y otra vez. Con su renuncia le quitó a los Kirchner hasta el premio consuelo de un despido posdatado. La reacción de Aníbal Fernández rechazando la salida del hombre que intentaron echar durante semanas, fue el homenaje perfecto a la impotencia kirchnerista.

jueves, 28 de enero de 2010

Osvaldo Guglielmino y la ‘furia’ de la Rosada por los fracasos ante la Justicia

Por Gustavo Sylvestre

El Gobierno no sólo redoblará sus esfuerzos políticos para imponer el polémico Fondo del Bicentenario, sino que el ‘combo’ económico para afrontar este 2010 será Fondo del Bicentenario, más utilidades del Central, más acuerdo político con los gobernadores.

Cobos prepara diferentes argumentos que el oficialismo para pronunciarse a favor de la remoción

Por Martín Bravo

Cobos votaría junto al oficialismo por la destitución de Redrado. Cree que su desplazamiento es una atribución de la Presidenta. Y que su continuidad no contribuye a una rápida solución a la crisis abierta en la autoridad monetaria. Podría dar a conocer su dictamen en la comisión el lunes o martes próximo.

miércoles, 27 de enero de 2010

El país es un andrajo político y social

Por Lic. Gustavo Bunse

El suscripto … no es ningún genio.

Si fuera un genio, ya habría hecho desaparecer a todos los sátrapas que han puesto al país en estado de postración. Porque …eso hacen los genios.

Hacen desaparecer gente y hacen aparecer conejos. Ella nos lo dijo…

Argentina y Venezuela ilustran el enorme daño que le infligen a la sociedad el ejercicio irrestricto de la autoridad política y la falta de respeto a las instituciones

Por Rodrigo Botero Montoya (ex ministro de Hacienda de Colombia)

Se inicia el año 2010 con una divergencia nítida entre modalidades de manejo macroeconómico en América latina. Como si se tratara de un experimento de laboratorio, es posible observar los resultados de diferentes formas de concebir y de implementar las políticas públicas.

Redrado puso condiciones que enmadejan aún más la realidad

Por Eduardo van der Kooy


Néstor Kirchner ha martillado con el tesón de un pájaro carpintero las cabezas de Aníbal Fernández, el jefe de Gabinete y de Miguel Pichetto, el jefe del bloque se senadores oficialistas. Esos furiosos militantes kirchneristas han sido los que, con mayor vehemencia cargaron contra el desplazado titular del Banco Central, Martín Redrado.

martes, 19 de enero de 2010

El escenario político muestra una crisis institucional sin precedentes

Si algo le faltaba a la novela del verano Redrado-gate, era una denuncia penal por malversación de fondos


Si las decisiones de un día pueden modificarse sin costos, sólo se genera incertidumbre sobre el futuro e impunidad sobre el pasado

Por Oscar Oszlak

INVESTIGADOR CONICET
DIRECTOR MAESTRIA EN ADMINISTRACION PUBLICA (UBA)

En nuestro país, la necesidad y la urgencia siempre han terminado justificando la adopción de decisiones basadas en criterios técnicos y políticos poco sólidos o insuficientemente analizados.


Sería interminable enumerar las múltiples medidas que el Gobierno actual, y otros en el pasado, dispusieron de manera improvisada, inconsulta o contradictoria en sus consecuencias prácticas.

La constitución del Fondo del Bicentenario es sólo una manifestación episódica de una tendencia que, lamentablemente, parece confirmar una regla. Por cierto, no se trata aquí de juzgar la razonabilidad de la decisión adoptada por el Gobierno, que probablemente haya estado bien inspirada. Ocurre que para producir los efectos buscados, una medida así debe cumplir además otras exigencias.

Entre ellas, no debe dar lugar a interpretaciones equívocas sobre el destino de los fondos; debe asegurar que sus voceros comuniquen de manera consistente las razones que la fundamentan; debe prever las reacciones de quienes pueden verse afectados, anticipando sus posibles comportamientos; la decisión debería ajustarse a los procedimientos jurídicos establecidos y, obviamente, encuadrarse en las reglas de juego democráticas.


Estos "simples" recaudos consumen tiempos que las urgencias no respetan; pero garantizan que la decisión adoptada produzca mejores resultados y suelen generar legitimidad política. Soslayarlas, por el contrario, es fuente de fracaso, antagonismo y pérdida de calidad democrática.

Tal vez este estilo impulsivo y desinformado responde a ciertos rasgos propios de una cultura política cuyas raíces se hunden mucho más profundamente en la experiencia histórica de la Argentina y, hasta cierto punto, de América latina.

Durante largos períodos de su vida política, nuestro país sufrió las consecuencias de la inestabilidad institucional, los abruptos cambios de rumbo, la falta de "políticas de Estado". El divisionismo permanente, las irrupciones autoritarias, el presidencialismo exacerbado, han sido propuestos como explicaciones alternativas a esa recurrente desunión y falta de consenso. Pero hay algo más. Este estilo expresa, sin duda, la deliberada supresión del futuro y del pasado como dimensiones temporales significativas de la gestión pública.

Adoptar decisiones políticas, tomar posición frente a cuestiones sociales significativas, implica no solamente accionar en el presente. También supone poner en juego la capacidad de prever el futuro y evaluar el pasado.

La gestión pública en nuestro país tiende a privilegiar la ejecución de políticas por encima de su planificación o programación detallada (el "futuro") o de su evaluación y control de gestión (el "pasado"). Se tiende a minimizar el rol del Congreso, que es precisamente la institución fundamental de construcción de ese futuro a través de la legislación, y el rol de la Justicia y los órganos de control, que son los que evalúan y juzgan los actos pasados del Ejecutivo.

Si las decisiones de un día pueden modificarse sin costos aparentes al siguiente, sólo se genera incertidumbre sobre el futuro e impunidad sobre el pasado. Así, la gestión pública se convierte en la tediosa repetición de un presente continuo, sin futuro imaginable ni pasado revisable. Aquí radica, tal vez, el déficit de capacidad institucional más elemental, pero al mismo tiempo más crítico, de la acción estatal.

Aunque consuma más tiempo, la democracia exige que el poder administrador respete frenos y contrapesos institucionales, afrontando los costos de la imprevisión y los eventuales cargos de incompetencia.

Sólo un profundo conocimiento de los problemas y sus posibles soluciones, así como la aplicación de reglas de juego claras, previsibles y estables en su implementación, pueden garantizar la convivencia civilizada de una sociedad y el desarrollo material y moral de sus miembros.

Norberto Oyarbide, El Juez

domingo, 17 de enero de 2010

Lo que la UCR propone no es una “salida política”, lo que propone es una “violación a medias”

Los predadores que dejaron en bancarrota a la provincia de Santa Cruz, ahora apuntan a repetir la operación a escala nacional

La improvisación constante de la gestión de los Kirchner

Por Nelson Castro

La saga Redrado amenaza con alargarse en el tiempo, y con ella la crisis institucional. Mientras, la caja –la fortaleza de los Kirchnerestá dando señales de agotamiento. El desgaste también afecta a la oposición.



El legislador del Frente para la Victoria, quien, como otros, debió dejar de apuro sus vacaciones para asistir a la reunión de la comisión bicameral de Seguimiento de los Decretos de Necesidad y Urgencia, bramó: “¿Quién fue el loco al que se le ocurrió una cosa así? ¡Esto está todo mal! ¡Acá lo que había que hacer era esperar hasta marzo y tratar el tema en las sesiones ordinarias del Congreso! ¿Por qué tanto apuro si el primer vencimiento de la deuda es en agosto?”.


Esos dichos contienen la esencia del culebrón político que se está viviendo en la Argentina y que cada día se empantana un poco más.

“Nadie le advirtió a la Presidenta del embrollo que se podía armar con el Fondo del Bicentenario para el Desendeudamiento y la Estabilidad”, afirman voces que habitan la Casa Rosada. Ese nadie tiene nombre y apellido: Amado Boudou.

Tampoco Martín Redrado planteó objeciones el 14 de diciembre pasado cuando, en una conversación privada media hora antes de hacer el anuncio público, la Dra. Cristina Fernández de Kirchner lo anotició de la creación del Fondo. Lo que sí hizo Redrado fue advertirle sobre la necesidad de contar con la opinión técnica de la Asesoría del Departamento de Legales del Banco Central.

Ahora se sabe que entre 2008 y 2009 hubo varios intentos del Gobierno de avanzar sobre las reservas del Central. “Quisieron transformar al banco en otro INDEK, pero no pudieron”, cuentan quienes conocen algunas de esas maniobras frustradas.

Así las cosas, el Gobierno se ha expuesto, gratuitamente, a un segundo revés político en el término de un mes y medio. El primero aconteció el 3 de diciembre último durante la sesión de jura y constitución de comisiones en la Cámara de Diputados. Esto es un signo inequívoco de que el matrimonio presidencial sigue sin percatarse del nuevo mapa político emergente del resultado electoral del 28 de junio. A eso hay que sumarle la improvisación constante de la gestión de los Kirchner, quienes tampoco previeron la evolución política, institucional y jurídica de este embrollo.

Hablando del aspecto judicial de esta saga, allí hay también una trama que merece ser narrada. El amparo concedido el viernes 7 de enero por la jueza María José Sarmiento, por el que Martín Redrado fue repuesto en su cargo, descolocó al Gobierno. Pero lo que sucedió con la apelación lo descolocó aún mucho más. “Allí hubo quienes se comportaron como verdaderos analfabetos del derecho”, explica alguien que conoce al dedillo tanto los vericuetos procesales como el devenir de tribunales.

El Gobierno apostó al juez Carlos Grecco, uno de los tres miembros de la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo. La idea era que, una vez que el magistrado habilitara en forma insólita un día de fin de semana para recibir la apelación del Poder Ejecutivo, se procedería con toda celeridad. “Se esperaba un fallo revocatorio de la medida cautelar dictada por la jueza Sarmiento para ese mismo fin de semana, lo que hubiera sido un escándalo”, cuenta esa misma fuente.

Ocurrió entonces algo inesperado para el Gobierno cuando los abogados de Redrado recusaron a Grecco: el juez, sorpresivamente, se excusó y quedó fuera del caso. Hubo, pues, que aguardar hasta el lunes 11.

Pero allí ya terció otra vez la jueza Sarmiento, sin cuya participación ninguna apelación podía prosperar. Esto alargó las cosas hasta el miércoles 13. El Gobierno confiaba en que el fallo favorable de la Cámara saliese ese día. Tal como lo había anticipado esta columna, el fallo iba a ser dos a uno a favor de la remoción de Redrado.

Ahí, entonces, apareció otro obstáculo. Fue la recusación que el diputado por PRO Federico Pinedo presentó contra el juez José Luis López Castiñeira, otro de los integrantes de la Cámara, cuyo voto el Gobierno descontaba a su favor.

Hubo entonces una contrapropuesta de la Cámara: el tribunal solicitaba a PRO que levantara la recusación del Dr. López Castiñeira y, a cambio, ofrecía promover una reunión con los titulares de ambas cámaras legislativas para buscar, a través de un acuerdo, una salida política al caso.

En PRO se discutió esto por espacio de una hora y se llegó a la conclusión de que nada garantizaba que, una vez levantada la objeción sobre el magistrado, la Cámara no fallase a favor de la destitución de Redrado. Por lo tanto, la respuesta fue negativa.

Todo este devenir le ha creado al Gobierno otro problema. En primer lugar porque la causa ha vuelto a la Dra. Sarmiento. En segundo lugar porque esto hace que Martín Redrado tenga más tiempo para presentar su defensa. En tercer lugar porque, al alargarse los tiempos, el caso pasará al nuevo juez que entra de turno este mes de feria: el Dr. Ernesto Marinelli, un juez controvertido, quien viene de perder un concurso para ascender a camarista en un trámite también controvertido, en el que el kirchnerismo le dio la espalda.

Por lo demás, la prometida gestión de la Cámara hubiera sido totalmente nula. Como lo expresó el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Fellner, y circuló ampliamente en todos lados: “Si convoco a la Cámara, el loco me echa”. Por si alguien no lo sabe, el apodo de “el loco” corresponde a Néstor Kirchner.

En el ámbito legislativo las cosas también son complejas.

Antes de la reunión de la bicameral, el miércoles, la oposición mantuvo una reunión tendiente a unificar posiciones. Allí se decidió buscar una vía de negociación con el oficialismo en pos de bajarle decibeles a la confrontación y encontrarle una salida a esa situación.

La idea era tratar los dos decretos de necesidad y urgencia –el de creación del Fondo del Bicentenario y el de la remoción de Redrado– en sesión plenaria por parte de ambas cámaras del Congreso. La defensa que se hizo no fue de la persona de Martín Redrado –que tiene pocos adherentes en el Congreso– sino de la autonomía del Banco Central y el respeto a las normas concernientes al rol del Congreso en la remoción del presidente de la entidad.

Tres fuentes diferentes confirman que hubo un principio de acuerdo entre el oficialismo y el radicalismo. La ecuación era así: a cambio de que el oficialismo convocara al Congreso para tratar los dos decretos de necesidad y urgencia, el radicalismo se comprometía a aprobar la remoción de Martín Redrado. Esto fue lo que salió a denunciar Elisa Carrió y que originó un ida y vuelta de conversaciones y aclaraciones al interior del Acuerdo Cívico y Social que dejaron algunos rasguños de una interna siempre compleja.

Otro que se molestó con sus correligionarios fue Julio César Cleto Cobos. El vicepresidente siempre recuerda que en aquella desagradable reunión en la Casa Rosada, en la que Cristina Fernández de Kirchner le reprochó su voto “no positivo” y le dio el adiós de su gobierno, se acordó mantener un marco de respeto institucional entre ambos.

Cobos siente que ese marco se ha roto totalmente; las evidencias abundan. Lo que el vicepresidente también debería reconocer es que cometió un grueso error al anunciar su futura precandidatura presidencial por el radicalismo.

El episodio del juez federal de Nueva York Thomas Griesa embargando fondos del Banco Central depositados en la Reserva Federal de ese Estado primero, y luego levantando esa medida, ha generado un capítulo más dentro del patetismo de toda esta situación.

La aparición en simultáneo del ministro de Economía, Amado Boudou, y de Martín Redrado autoadjudicándose los méritos por el segundo de los fallos tiene reminiscencia de una disputa entre colegiales. Lo cierto es que quien estuvo permanentemente al habla con el estudio de abogados de Nueva York que defiende a la Argentina fue Redrado, quien sigue firme en su postura de no renunciar.

En el medio de todo este zafarrancho, ha sido muy interesante el aporte hecho por Mario Cafiero. El ex diputado ha venido siguiendo con atención y perseverancia todo este tema de la deuda.

La Presidenta cometió un grueso error de información –cosa habitual en ella– al ignorar que el llamado “megacanje” de la deuda implementado por Domingo Cavallo en 2001 tiene curso judicial avanzado, a tal punto que el Tribunal Penal Federal N° 1 tiene citado a declaración indagatoria, para febrero próximo, al poderoso banquero estadounidense David Mulford, quien tuvo un papel principalísimo en aquella cuestionada operación.

En ese contexto, Cafiero le envió una carta documento a Martín Redrado: en ella, lo alertaba de las consecuencias legales a las que se vería expuesto en caso de autorizar la transferencia de dinero hacia el Fondo del Bicentenario sobre el que hay denuncias judiciales en curso. Según Cafiero –y lo que el sostiene es compartido por técnicos que trabajan para el gobierno– la situación de las reservas del Banco Central sería la siguiente:

* 8 mil millones de dólares que pertenecen a los depósitos en el sistema bancario.

* 15 mil millones de deudas de diversa índole.

* 5 mil millones en garantías por créditos otorgados al país entre 2006 y 2007.

* A esto hay que agregar los 16 mil millones que en total puede disponer el Gobierno a partir del Decreto de Necesidad y Urgencia 2010.

Con estos números, las reservas del Banco Central, que funcionan como respaldo de toda la cantidad de pesos circulantes en el país, quedarían sensiblemente disminuidas y no alcanzarían para cumplir con la mencionada cobertura.

Los que conocen la realidad que se vive en Olivos dan cuenta del ambiente irrespirable que allí reina. Todos son reproches del matrimonio presidencial hacia otros. Autocrítica no hay ninguna.

Los flancos débiles afloran por doquier. El archivo es, a su vez, fatal para la Presidenta. Sus expresiones en la sesión del 19 de diciembre de 2001, en donde defendió la facultad del Congreso para autoconvocarse y prorrogar las sesiones ordinarias, así como su posición expresada en la sesión de junio de 2002, de oponerse al uso de reservas para pagar deuda externa, han expuesto, una vez más, sus contradicciones.

Se nota falta de análisis crítico. Hasta en el vocabulario de sus discursos, en los que aparecen expresiones que no sorprenderían en Aníbal Fernández, la Presidenta ha bajado su nivel.

Nada de esto se acepta en la intimidad del matrimonio presidencial, por donde pasa el núcleo del poder. Allí, lo que se vive es la conciencia clara de que sin el Fondo del Bicentenario el proyecto presidencial de Néstor Kirchner se queda sin caja. Y sin caja, ese proyecto tiene el destino inexorable de la nada