lunes, 1 de febrero de 2010

El progresismo K fomenta la haraganería, el robo legalizado e implementa el populismo más exacerbado

Por Roberto Cachanosky

El tsunami de antikirchineristas crece día a día sin que esté claro si realmente se debe a una toma de conciencia acerca del camino que debe emprender la Argentina o es simple oportunismo político.

. El problema es que el daño ya lo hicieron. Y el daño ha sido muy grande porque formaron parte de una alianza política que le permitió al matrimonio usar y sigue usando, hasta donde puede, el monopolio de la fuerza que le delegamos, para avasallar derechos de propiedad, confiscar ahorros, burlarse de las instituciones, hacer un simulacro de democracia y mil atropellos más.
Bienvenidos todos aquellos que inicialmente apoyaron al matrimonio y luego advirtieron que no tenían límites en sus ambiciones de poder

Me pregunto si este tsunami de antikirchnerismo se debe a la estrepitosa caída que tiene el matrimonio ante la opinión pública y ya nadie quiere quedar pegado a los perdedores u obedece más a las formas que al fondo. Cuando digo las formas es la forma que tienen los Kirchner de abusar del poder y cuando digo el fondo, me refiero a las medidas que adoptan abusando del poder.

Y la pregunta es válida porque hoy vemos que todos se desgarran las vestiduras por el decreto que crea el Fondo del Bicentenario. ¿Cuál es el problema? ¿La forma en que se lo crea, por decreto, o la misma creación de dicho Fondo? Al parecer, si se llegara a crear el Fondo por medio de una ley, más de un gobernador e intendente estaría de acuerdo porque, ante la falta de una mayoría propia, Kirchner debería repartir el botín entre gobernadores e intendentes. En ese caso no estaríamos en presencia de un acto de institucionalidad, sino de una lucha por el botín de los corsarios, usando la ley como expoliación legal.

La idea sería, usemos las reservas que fueron compradas con la inflación que generó Redrado y de esta manera zafamos transitoriamente de la crisis fiscal a nivel nacional y provincial.

En otras oportunidades ya he mostrado hasta el cansancio que no existen reservas excedentes, de manera que no voy a insistir sobre el tema. El punto a resaltar es que nadie quiere levantar el pie del acelerador del gasto público y para ello están dispuestos a usar activos que tiene como contrapartida pasivos en el BCRA, para salvar su futuro político. Aunque ello implique, en poco tiempo más, asistir a una estampida inflacionaria mayor a la que estamos viviendo hoy.

El espíritu de las leyes es darle previsibilidad a la gente sobre las reglas de juego y, además, debe respetar los derechos individuales y la propiedad privada. La ley no puede ser oportunista.

Saquemos hoy una ley para confiscar los ahorros en las AFJP y así seguimos gastando. Dejemos que el gobierno desangre al sector privado con impuestos y así seguimos gastando. Inventemos por ley el Fondo del Bicentenario y así seguimos gastando. Revisemos la Carta Orgánica del BCRA para que vuelva a emitir moneda para financiar al tesoro sin límites y así seguimos gastando.

Es decir, el oportunismo de hacer leyes transitorias para zafar de la crisis que ya está presente, aunque ello implique caer en una crisis mayor.

Yo no percibo, en líneas generales, a la ola antikirchnerista como una oposición que se levanta contra las formas y el fondo. Más bien parece levantarse contra las formas, que reconozco que no son un tema menor, pero no contra el fondo de lo que proponen los K.

El serio problema que tenemos en Argentina es el concepto de orden jurídico que debe imperar.

Pareciera ser que el concepto que predomina es que está bien que por ley se les quite el fruto del trabajo a unos para dárselo a otros que no lo merecen. Ese progresismo que fomenta la haraganería, el robo legalizado e implementar el populismo más exacerbado.

Este progresismo nos lleva a tener un orden jurídico que nos conduce a una permanente decadencia. Y cuando afloran todos los dramas de semejante orden jurídico salen los argumentos de las conspiraciones. En los 70 era la sinarquía internacional. En los 80 los golpes de mercado y ahora los Kirchner extendieron esa teoría conspirativa a casi todos los sectores para tratar de esconder las aberraciones que cometieron. El error de los Kirchner es que llevaron a su máxima expresión esa expoliación legal, y sus formas fueron mucho más desprolijas que las de sus antecesores.

En síntesis, me parece bien que quienes apoyaron a los Kirchner hasta ayer, ahora adviertan el error que cometieron. Pero lo importante es que no se detengan solamente en las formas, sino en el fondo de las políticas destructivas del kirchnerato.

Si tanto la dirigencia política como la población no advierten que no podemos seguir viviendo sin reglas de juego eficientes y estables, nuestra decadencia continuará inexorablemente.

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