Por Carlos Tórtora
Ayer, la postura de
Alfonso Prat Gay en contra de la remoción de
Redrado y la de
Julio Cobos aconsejando su destitución, le dieron nueva vida al
Acuerdo Cívico y Social.
La plana mayor de la
UCR, informada de lo que iba a pasar, horas antes del dictamen
arremetió con una denuncia penal contra uno de sus correligionarios, el presidente interino del Banco Central, Miguel Pesce, acusándolo de haber intentado poner en marcha en forma irregular el
Fondo del Bicentenario.
Fue la primera señal.
Ernesto Sanz y
Gerardo Morales, siempre recelosos de
Cobos, quieren ahora
evitar a toda costa que el centenario partido sea arrastrado por el deterioro de aquél.
Salpicados ya por las sospechas de negociaciones reservadas con el kirchnerismo acerca de la propuesta de Mario Brodersohn sobre las reservas, los radicales advirtieron que
toda conversación con Olivos les podía costar la condena social y decidieron cortar por lo sano.
La probable descobización de la UCR tiene ganadores.
Carrió vuelve a ser la principal aliada y Ricardo Alfonsín emerge como un presidenciable.
Los verdaderos motivos de la postura de
Cobos contra Redrado, que
lo asocia a la arbitrariedad de los Kirchner,
no parecen responder a ningún cálculo político racional. Si pretendió eludir, aunque sea esta vez,
el mote de destituyente, el precio político a pagar es demasiado alto.
Si, en cambio, actuó -como indican fuentes del Senado-
prácticamente extorsionado por una investigación de la Secretaría de Inteligencia sobre algunas
cuestiones de su vida privada, lo más probable es que
estas presiones oscurezcan también sus futuros pasos políticos.
Kirchner no sólo administra la caja sino tambien los archivos, y no tiene escrúpulos en usarlos.
La ligera baja en las últimas encuestas que sufre el Vicepresidente tendría que ver con su escaso protagonismo político. A partir de ahora, habría otros motivos.
En los últimos meses, Cobos vino desarrollando un juego con dos mazos de cartas que aumentó sus tensiones con la UCR. Por un lado, siguió apareciendo como
el casi seguro candidato radical y hasta terció con sus tropas en la definición de la elección de nuevas autoridades del Comité Nacional.
Pero también viene reuniéndose periódicamente con
Francisco de Narváez para diseñar
una fórmula presidencial con éste como Vicepresidente. El proyecto sería transversal al peronismo, la UCR y el PRO, con la pretensión de arrastrar masivamente a estos tres electorados.
La cúpula radical estaba horrorizada por un plan que los convertiría en meros auxiliares de una alianza suprapartidaria con financiamiento más que suficiente gracias a
De Narváez.
Todo indica que
Kirchner olfateó que la transversalidad de centro derecha de Cobos y De Narváez era un peligro gravísimo, porque sumaba a importantes franjas del peronismo. Una cosa era Cobos como el candidato tradicional radical -posibilidad que el gobierno aceptaba-, y otra muy distinta
una convergencia con gobernadores e intendentes peronistas.
La brutal ofensiva del kirchnerismo contra el mendocino y
esta especie de suicidio inducido de su voto contra Redrado apuntan a sacarse del medio al proyecto
Cobos-De Narváez.
Por el contrario, una fórmula claramente no peronista, como
Alfonsín-Carrió, tranquilizaría los ánimos de Kirchner, porque por allí no habrá fugas de votos peronistas.
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