Por Matías Ruiz
El debate parlamentario por la constitución del Fondo del Bicentenario ya comienza a saturar los titulares en los medios de comunicación nacionales, pero ocurre que la Casa Rosada lo plantea en los términos ya conocidos de "Madre de todas las batallas". La etiqueta propagandista que fuera antes utilizada en las votaciones de la Resolución 125, la Ley de Medios oficialista (hoy herida de muerte) y la incautación de los fondos de las AFJP, vuelve al ruedo, a grandes letras en las primeras planas de los diarios del país.
Aunque esta vez podría decirse que se trata, efectivamente, del último conflicto de importancia al que el Gobierno Nacional deberá hacer frente en el Congreso de la Nación. Más precisamente en el Senado, donde la flamígera contienda ve aumentada su temperatura con cada día que se va tachando en el calendario.
Por supuesto, por estas horas, los analistas políticos de fuste intentan elucubrar fórmulas cuasimatemáticas, a los efectos de predecir los resultados que podría arrojar la votación. Pero nadie tiene la "bola de cristal" y Delfos queda muy lejos.
Baste decir que, si los Kirchner se hacen de una victoria en la votación respectiva en la Cámara Alta, los referentes opositores le habrán allanado el camino no solo a un desagradable derrape de las instituciones y la franca dilapidación de los fondos del Banco Central sino que, a la vez, le habrán abierto las puertas de la bienaventurada impunidad a Néstor Carlos Kirchner y sus secuaces.
Porque, en definitiva, si algo está bien claro en medio del fuego de artillería que ya viene siendo empleado en la batalla, es que el esposo de la Presidente de la Nación tiene por objetivo hacerse de los dineros del CenBank para mantener cuotas de poder dentro del Justicialismo que le permitan evadir o, cuando menos, amortiguar la segura persecución judicial y social que sobrevendría en todos los frentes.
En el interín de la tragicomedia, el Congreso será testigo de otras escaramuzas, no menos importantes, de cara a la reconfiguración del tenebroso y hitleriano Consejo de la Magistratura y un puñado de comisiones estratégicas o "de gestión". El primero aún continúa bajo el maligno hechizo de la autoconfesa referente stalinista de Néstor Kirchner, la diputada Diana Conti.
La señora, junto con el inefable Carlos Kunkel, gustan de citar al filósofo estadounidense antisistema Noam Chomsky, aunque eluden recordarle al vasallaje (léase, contribuyentes y sociedad en general) que una de las expresiones favoritas del autor recuerda: "Si no creemos en la libertad de expresión de aquellos que despreciamos, entonces no creemos en ella en lo absoluto" (If we don t believe in freedom of expression for people we despise, we don t believe in it at all).
Mucho se especula con el curso de acción que seguirán los senadores pampeanos Verna e Higonet, y la correntina Meabe. Pero nadie ha reparado en el hecho inobjetable de que el republicanismo y la estabilidad institucional de la República Argentina no pueden depender del puñado de votos que emitan un grupo de legisladores. Estando así las cosas, ciertamente la nación transita por el peor de los caminos.
Aún se vuelve difícil comprender cómo los congresistas que representan al mal llamado "interior" del país jamás se hayan preocupado por exigir la coparticipación del ciento por ciento del impuesto al cheque. A la postre, terminan siendo cómplices de una máxima que parece reportar que la totalidad de los cheques en el país se emiten hasta donde marca la Avenida General Paz.
Si las provincias pudieran redactar sus própios regímenes económicos, sociales y penales, ciertamente no tendrían necesidad de golpear permanentemente las puertas del Tesoro. Solo por citar un ejemplo, un cordobés no tiene por qué coincidir con un porteño, un chubutense o un mendocino a la hora de definir los parámetros para poner fuera de circuito a un homicida. Uno podría considerar que lo correcto es otorgarle prisión perpetua, otro diez años y otro, incluso pena de muerte. Una implementación de federalismo a la americana no sería mala idea.
De tal suerte que los denominados "problemas del país" no pueden ser resueltos a partir de la levantada de mano de un par de senadores o diputados. A este respecto, sería interesante conocer los términos del proyecto de reforma constitucional que -dicen- estarían preparando las huestes de los Rodríguez Saá bajo la órbita del Peronismo Federal y el mal denominado justicialismo "disidente", con el objeto de dotar de más federalismo al sistema.
Lamentablemente, todos continuamos innegablemente atados a un régimen perverso en donde cualquier alienado personaje, vomitado de un congreso partidario cualquiera de la provincia de Buenos Aires, puede convertirse en presidente de la noche a la mañana y llevarse puesto a un país entero, montado sobre la racionalidad del capricho.
Al Dr. Eduardo Duhalde, aquella construcción teórica que fuera el "congreso de Lanús" lo perseguirá seguramente por los siglos de los siglos, ya que sus consecuencias han redundado en casi ocho años de contínua destrucción y división.
* * *
Mientras tanto, la propaganda oficialista cada vez observa más puntos débiles. A la infoguerra que tanto Néstor Kirchner como su esposa ya han perdido en los medios de Internet (tal como lo observara recientemente Diario Clarín -"Intentan levantar la mala imagen de Cristina en las redes de Internet"- en una línea investigativa que iniciara El Ojo Digital), se suma el desprecio ciudadano que el matrimonio y sus íntimos vienen cosechando como si intentaran batir récords.
Allí está el caso del publicitario oficialista, "Pepe" Albistur, a quien casi apalean sin piedad en una confitería del Partido de la Costa, ni bien los comensales se anoticiaron de su llegada. Aníbal Fernández ya ni siquiera se deja ver en público y, en su edición online de este lunes 15 de febrero, el matutino La Nación reporta que el magistrado Norberto Oyharbide debió abandonar el palco que ocupaba en medio del Carnaval de Gualeguaychú -guardaespaldas incluídos- luego de que un grupo de personas le recriminara que metiera presos a los Kirchner de una vez por todas.
La "mala hora social" golpea también las desvencijadas puertas de los intendentes oficialistas del conurbano bonaerense, quienes se confiesan atemorizados ante la posibilidad de que los desocupados de sus distritos los linchen en las plazas públicas, habida cuenta de que el dinero para los subsidios no les llega.
El Gobernador Daniel Scioli solo se muestra en balnearios VIP de Mar del Plata rodeado de portentosos custodios que hacen exhibición de armas, al tiempo que miente descaradamente a los medios de prensa que lo entrevistan. Les dice "¿No ves que estoy caminando tranquilo como cualquier vecino?". "Con fe y esperanza", remata toda oración, esa fatigante muletilla que lo ha convertido en el hazmerreír de la clase política y los paneles de analistas.
El único de los "candidatos" que puede arrogarse el derecho de transitar en paz -además de Duhalde y Solá- ha sido el alcalde porteño Mauricio Macri, quien verdaderamente no tiene inconvenientes para caminar Mar del Plata y hasta tomarse taxis en la Feliz, en soledad. Tal como suele hacerlo en la propia Capital Federal. Extraño, dado que el mencionado es miembro de la "derecha más recalcitrante".
Algo le está saliendo definitivamente mal a los personeros de la propaganda goebbeliana del kirchnerismo. O bien Braga Menéndez se pasó de ansiolíticos, o bien se ha terminado de percatar que no vale la pena seguir insistiendo en la motorización de causas perdidas.
Lo propio puede decirse de la Dirección de Diario Crítica (alineada fuertemente con Balcarce 50), que no acierta a explicar la avalancha de comentarios negativos e insultantes que los lectores postean en su sitio web, en perjuicio de la figura de altos funcionarios del gobierno. Esta es, sin duda alguna, una de las razones por las cuales Página 12 no permite comentarios en su espacio virtual.
De acuerdo a lo descripto por Diario Clarín en su reciente nota sobre la psicoguerra virtual que los jóvenes kirchneristas pretenden dar vuelta en su favor, esos espacios concentran una multiplicidad de blogs o bitácoras en donde se intenta sostener la imagen de Cristina Fernández. Pero esa batalla también es perdidosa. Ese esfuerzo vacuo ha caído bajo el influjo de la denominada "Ley de los rendimientos decrecientes", que recuerda que, más no es, necesariamente, mejor.
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La realidad poskirchnerista permite anticipar un escenario en el que todo aquel que -aún cuando hubiere dejado su cargo antes de tiempo- haya participado del Proceso K, será impiadosamente "escrachado" en cualquier sitio, público o privado. Igual que como le sucediera en su oportunidad a los otrora referentes del menemismo, pero en una versión bastante más lapidaria y peligrosa.
No pocas porciones de la sociedad cederán ante la tentación de señalar con el dedo a aquellos que han colaborado con el Régimen, y puede darse por descontado que los "escrachados" serán no solo figuras públicas sino todo aquel que haya sacado provecho de algún "puestito" en el Estado. De nada servirá esgrimir la trillada mentirilla de que "se abandonó el barco cuando se empezó a observar demasiada corrupción", para salvar la ropa, al decir de los chilenos. Todos serán señalados como cómplices de esta etapa negra de la historia argentina. El remolino -de una forma u otra- terminará también por tragarse a los aliados del kirchnerismo en las sombras, Fernando "Pino" Solanas y Martín Sabbatella.
Otra novedad -que optamos por dejar para el final- tiene que ver con la decisión tomada de parte de Néstor y Cristina para limpiar al Ministro de Economía, Amado Boudou. Sobre él se ciñen las sospechas de que podría ser un nuevo Martín Lousteau, a saber, un supuesto aliado que hace todo mal ex profeso, con la meta de poder abandonar el HMS Titanic antes de tiempo.
Pero el momento actual no es el más idóneo para finiquitar su expulsión: ello solo contribuiría a acelerar el pase de aliados hacia la vereda de enfrente, al tiempo que se dispararía la percepción de debilidad de la Administración. Justamente, en horas en que el Perception Management -concepto inventado por la estadounidense Burson & Marsteller- de la Casa Rosada va de tropiezo en tropiezo.
De cara a los sucedáneos del mundillo político en los próximos días, se descuenta que el oficialismo perseverará en su táctica de autovictimización para intentar torcer la voluntad de los senadores en la previa del tratamiento del Fondo del Bicentenario.
El matrimonio presidencial volverá a agitar la bandera del golpismo para introducir a los opositores -especialmente radicales, socialistas y de izquierda- en una espesa nebulosa. Una fórmula que ya ha dado buenos resultados, en la visión de Olivos.
En alguna parte del proceso comunicacional del kirchnerismo, se recurrirá a la deleznable táctica de responsabilizar a los opositores por el bloqueo de los fondos del Central. Una falacia argumental de tinte hitleriano, habida cuenta de que la Rosada necesita ese dinero para ocultar la propia ineptitud a la hora de administrar las finanzas públicas. Pero, como dirían los abogados: "No se puede alegar la propia torpeza como justificativo".
La trampa cazabobos reservada para los referentes del agro no sería muy diferente. Kirchner le ordenará a Daniel Scioli correr al encuentro de los hombres de campo para abrazarlos y endulzarlos con alguna miserable zanahoria. Si no la aceptan y convocan a demostraciones públicas de fuerza, se les volverá a enrostrar su intención "destituyente". El desafío para opositores y campesinos será, pues, hacer oídos sordos a la catarata de acusaciones golpistas de rigor y continuar con sus agendas.
Los senadores la tienen "más fácil" puesto que solo les basta con replicar con una sencilla pregunta: "¿Cómo podría el Congreso de la Nación ser golpista, si se reúne conforme a lo que marca la Carta Magna?". Los ruralistas deberán hilar más fino, manifestándose pero sin cortar rutas, y vigilando estrictamente la inserción de los infiltrados de siempre.
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