miércoles, 9 de diciembre de 2009

El kirchnerismo, una formidable máquina de morder poder y quedarse con él

Por Pepe Eliaschev

La tunda que Néstor Kirchner recibió en Diputados la semana pasada, ¿es un knock-out, o un mero gaje del oficio, tras el cual esta en condiciones de acabar con los que lo humillaron? Ni tanto, ni tan poco.

Vapuleado el 28 de junio, cuando perdió nada menos que en la provincia de Buenos Aires, el kirchnerismo hubo de deglutir aceite de ricino el jueves. Munida de quórum propio, la oposición ocupó la Cámara baja y administro con solvencia la transición. Recién este 3 de diciembre la Argentina pudo verificar en números reales lo que sucedió el 28 de junio.




El 28 de junio los Kirchner perdieron. Durante más de cuatro meses siguieron gobernando como si hubieran ganado. El 3 de diciembre no pudieron evitar que en Diputados llegara la hora de la verdad. Son nada más que la primera minoría. Tampoco nada menos que eso, claro.

La memoria minuciosa no es la principal fortaleza del peronismo, que en materia de mausoleos y recordaciones demuestra pereza y superficialidad.

Por eso, hizo bien el jefe radical Oscar Aguad al recordarles que en 1987, tras las elecciones legislativas de ese año durante el gobierno de Raúl Alfonsín, el peronismo intentó desbancar a Juan Carlos Pugliese, poniendo en su lugar a José Luis Manzano. Retrocedieron, ante la embestida de los radicales, que eran la primera minoría de entonces.

Por eso, la oposición no cuestionó que Eduardo Fellner siguiera a la cabeza de la Cámara, pero la vicepresidencia primera recayó en Ricardo Alfonsín, expresión de otro de los dos principales partidos argentinos, la UCR.

Las cosas han cambiado, pero Kirchner y su coalición no han sido batidos, ni mucho menos. Con su quórum propio, la oposición sentó al oficialismo e impuso condiciones inimaginables hasta el 28 de junio. Terminó la hegemonía K en las 45 comisiones permanentes de la Cámara, el auténtico centro neurálgico del poder de los diputados.

Pero Kirchner tiene fuerzas, recursos y ambición de poder de sobra para cobrarse cara la derrota y resulta de infantil ingenuidad menoscabar su apetito. Claro que lo de él es por lo menos extravagante. ¿Para qué mandó fletar centenares de colectivos desde el Conurbano, repletos de personas despachadas desde los municipios? ¿Para que le dieran marco a su derrota? ¿El hecho de jurar como diputado habiendo sido presidente, eran tan histórico?

La oposición, en esta instancia al menos, libro y ganó limpiamente una buena victoria. La victoria de la oposición se consumó a expensas del ahora malogrado Frente para la Victoria. Pero no existe tal cosa como “la oposición”. Lo que hay son varias oposiciones, no menos de dos al menos.

El kirchnerismo, una formidable máquina de morder poder y quedarse con él, trabajará incansablemente para que el nuevo escenario no lo castre. Lo hará sin remordimientos ni demasiadas vueltas, aunque el jefe de la bancada oficial, Agustín Rossi, no las tendrá muy fáciles con la enigmática personalidad del ex presidente. Hace pocas horas el diputado Juan Carlos Dante Gullo avisó que Kirchner será, a partir de ahora, uno más. ¿Por qué lo habrá dicho?

Las filas del oficialismo son un muestrario de la debilidad humana y de la enorme capacidad de seducción que tiene el poder para atraer cuando está erecto, así como de su formidable volatilidad cuando padece disfuncionalidad. Cuando el poder se evapora, las pasiones mutan completamente.

Marta Oyhanarte, por ejemplo, se fue del Gobierno, al que sirvió sin remordimientos durante seis años. La desbancó el estadista quilmeño Aníbal Fernández, que les entregó ese despacho a los activistas de “La Cámpora”, el núcleo de los sub-40 que funge como juventud kirchnerista.

Encargada de un organismo teóricamente abocado al “fortalecimiento de la democracia”, Oyhanarte se calló la boca durante un largo lustro de gobierno cuando se eternizaron los decretos de necesidad y urgencia y los súper poderes crónicos. Tampoco protestó jamás por los diversos atropellos contra la libertad de prensa. Ni siquiera se marchó de su escritorio en la Casa Rosada cuando se fue del gobierno su mentor, el inventor del “kirchnerismo sin Kirchner”, Alberto Fernández.

Hoy nutre las filas de los herejes que se han ido amuchando con los años, melancólica agrupación de personas eyectadas por el Gobierno de la que forman parte Graciela Ocaña, Marcelo Saín, Eduardo Hecker, Miguel Bonasso y el citado Alberto F.

Otro caso pintoresco es el del multifacético Víctor Santamaría, líder del sindicato de encargados de edificios que tiene presupuesto abundante para financiar revistas, programas, radios y fundaciones, y además publicar paginas pagas donde se exhibe en fotos sociales en cada ocasión en la que aparece. Es omnívoro Santamaría: por un lado “banca” revistas de izquierda, y por el otro inserta su foto en páginas pagadas en la revista “Caras”.

Todo sirve. Hace una semana y media hizo un ágape multitudinario e invitó al diputado peronista Francisco de Narváez y al macrista Guillermo Montenegro. Desde Olivos escupieron fuego y diatribas contra el “traidor” cuando vieron fotos de Santamaría con opositores. ¿Qué hizo Santamaría? Mandó quitar las fotos que lo incriminaban: no quiere problemas con el hombre que duerme en Olivos hace ya seis años y medio.

Es un curioso gobierno el actual: invitado a “Le Doy mi Palabra”, el programa de Alfredo Leuco por Canal 26, el secretario de Cultura de la Nación, Jorge Coscia, desmereció la semana anterior, y de manera grosera, a Uruguay, cuando, al querer replicar mis elogios a la admirable madurez democrática del pequeño país, murmuró con tóxico despecho, que Uruguay ha sido siempre una colonia británica, y un pais que expulsó a 600.000 de sus ciudadanos por no poder darles de comer. Personajes como Coscia integran el gabinete ministerial de Cristina Kirchner, la misma que en las ultimas horas, de paso por Montevideo, dijo que el presidente electo José Mujica gano las elecciones pese “al bombardeo mediatico” de la prensa oriental.

Dogmática incurable y soberbia de manual, la Presidente cree que sabe todo de todo y no dejar de meter la pata, con o sin esguince. Tal “bombardeo” nunca existió y durante los cinco años de gobierno del Frente Amplio, la publicidad estatal fue canalizada de manera claramente mayoritaria hacia los medios mas importantes, todos los cuales han sido opositores a Vázquez, o en todo caso neutrales.

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