No les va a ser fácil a los historiadores del futuro explicar y definir estos tiempos. ¿Hablarán del fin de la historia, de las ideologías, del socialismo o del fin de la democracia?
¿Concluirán en que fue una época en que la democracia fue desvirtuada a través de sus propios instrumentos y en particular de uno básico e ineludible: las elecciones?
Es que hoy el ser electo, no importa cómo ni los medios utilizados para llegar a ello, legitima al elegido --como Presidente exclusivamente-- para desconocer y violentar otros pilares esenciales de la democracia, como las libertades y derechos civiles. Los otros poderes --Legislativo y Judicial--, en los casos en que estos no atiendan las ``sugerencias`` y ``pautas`` del poder central, y además, siempre que sea preciso, a las propias normas constitucionales.
Hugo Chávez figura como el presidente más democrático por ser el más veces electo y refrendado según el canciller de España, Miguel Angel Moratinos.
No se tomaron en cuenta, sin embargo, las amenazas de Chávez de despedir a los funcionarios de PEDEVESA que no lo votaran, los anuncios de ocupar militarmente aquellos estados donde ganara la oposición, la proscripción de candidatos opositores, la total falta de garantías jurídicas y electorales, la utilización de un Poder Judicial y un Congreso sometidos para denunciar, acusar y procesar a los disidentes, el uso exclusivo de los medios de comunicación del Estado, la censura y persecución a los medios y periodistas independientes y la utilización sin límites y sin control de los dineros públicos.
Nada de esto, ninguna de estas violaciones a los derechos humanos y a las instituciones democráticas y republicanas, parece que lo deslegitima. Es el presidente electo y en Venezuela, por tanto, hay democracia y rige el Estado de Derecho. En todo caso que le pregunte a Rodríguez Zapatero, a Lula o a Putin.
Los Kirchner y algunos de sus colaboradores en los últimos tiempos han desconocido, en claro desacato, decisiones judiciales y han ignorado al Poder Legislativo, violentando barreras y límites constitucionales. Eso aparentemente para nada afectó el Estado de Derecho ni se consideró, por lo menos, una especie de golpe de Estado. Sólo se hizo referencia a ese tema cuando la presidenta Cristina Kirchner clamó que la Justicia y la oposición --que pretendían hacer cumplir las normas-- la querían destituir.
¿Y cuando es golpe de Estado?
A mí me lo explicó uno de los tantos expertos de la OEA y del reelecto Insulza enviados a Honduras en busca de un golpe de Estado. Me lo dijo en confianza y me pidió reserva para su identidad.
El asunto fue así: Zelaya pretendió, como Chávez, Evo, Correa, Ortega, buscar un mecanismo electoral --elemento clave-- que le abriera las puertas para ``legitimar`` a partir de ahí alguna otra vuelta de tuerca para seguir en el poder.
Llamó a un plebiscito, que no estaba previsto en la Constitución ni en ninguna norma, y fue rechazado por las autoridades electorales, la Justicia y el Poder Legislativos, todos tan legítimos como Zelaya.
Eso, a éste, no le importó y continuó en lo suyo e hizo imprimir las listas en El Salvador y trajo urnas de Venezuela y le encomendó al Ejército encargarse de la distribución de todo ese material para proceder al acto. Fue ahí que el comandante de las FFAA se olvidó de ``la obediencia debida`` y se negó a violar la Constitución y entonces Zelaya le dio de baja. Acto seguido la Justicia ratificó en su cargo al alto oficial.
``Y ahí está el golpe de Estado``, me dijo el enviado de la OEA. Zelaya como presidente era el jefe de las FFAA y el único que podía destituir o designar al jefe de las FFAA. La Justicia se salió de la Constitución.
Todo lo anterior, no significaba nada. Qué interesante, ¿no?
¿Concluirán en que fue una época en que la democracia fue desvirtuada a través de sus propios instrumentos y en particular de uno básico e ineludible: las elecciones?
Es que hoy el ser electo, no importa cómo ni los medios utilizados para llegar a ello, legitima al elegido --como Presidente exclusivamente-- para desconocer y violentar otros pilares esenciales de la democracia, como las libertades y derechos civiles. Los otros poderes --Legislativo y Judicial--, en los casos en que estos no atiendan las ``sugerencias`` y ``pautas`` del poder central, y además, siempre que sea preciso, a las propias normas constitucionales.
Hugo Chávez figura como el presidente más democrático por ser el más veces electo y refrendado según el canciller de España, Miguel Angel Moratinos.
No se tomaron en cuenta, sin embargo, las amenazas de Chávez de despedir a los funcionarios de PEDEVESA que no lo votaran, los anuncios de ocupar militarmente aquellos estados donde ganara la oposición, la proscripción de candidatos opositores, la total falta de garantías jurídicas y electorales, la utilización de un Poder Judicial y un Congreso sometidos para denunciar, acusar y procesar a los disidentes, el uso exclusivo de los medios de comunicación del Estado, la censura y persecución a los medios y periodistas independientes y la utilización sin límites y sin control de los dineros públicos.
Nada de esto, ninguna de estas violaciones a los derechos humanos y a las instituciones democráticas y republicanas, parece que lo deslegitima. Es el presidente electo y en Venezuela, por tanto, hay democracia y rige el Estado de Derecho. En todo caso que le pregunte a Rodríguez Zapatero, a Lula o a Putin.
Los Kirchner y algunos de sus colaboradores en los últimos tiempos han desconocido, en claro desacato, decisiones judiciales y han ignorado al Poder Legislativo, violentando barreras y límites constitucionales. Eso aparentemente para nada afectó el Estado de Derecho ni se consideró, por lo menos, una especie de golpe de Estado. Sólo se hizo referencia a ese tema cuando la presidenta Cristina Kirchner clamó que la Justicia y la oposición --que pretendían hacer cumplir las normas-- la querían destituir.
¿Y cuando es golpe de Estado?
A mí me lo explicó uno de los tantos expertos de la OEA y del reelecto Insulza enviados a Honduras en busca de un golpe de Estado. Me lo dijo en confianza y me pidió reserva para su identidad.
El asunto fue así: Zelaya pretendió, como Chávez, Evo, Correa, Ortega, buscar un mecanismo electoral --elemento clave-- que le abriera las puertas para ``legitimar`` a partir de ahí alguna otra vuelta de tuerca para seguir en el poder.
Llamó a un plebiscito, que no estaba previsto en la Constitución ni en ninguna norma, y fue rechazado por las autoridades electorales, la Justicia y el Poder Legislativos, todos tan legítimos como Zelaya.
Eso, a éste, no le importó y continuó en lo suyo e hizo imprimir las listas en El Salvador y trajo urnas de Venezuela y le encomendó al Ejército encargarse de la distribución de todo ese material para proceder al acto. Fue ahí que el comandante de las FFAA se olvidó de ``la obediencia debida`` y se negó a violar la Constitución y entonces Zelaya le dio de baja. Acto seguido la Justicia ratificó en su cargo al alto oficial.
``Y ahí está el golpe de Estado``, me dijo el enviado de la OEA. Zelaya como presidente era el jefe de las FFAA y el único que podía destituir o designar al jefe de las FFAA. La Justicia se salió de la Constitución.
Todo lo anterior, no significaba nada. Qué interesante, ¿no?
No hay comentarios:
Publicar un comentario