Por Ezequiel Nino
Los argentinos estamos en una situación de desprotección frente a la corrupción, flagelo que también hiere la confianza de la ciudadanía respecto de sus representantes.
El hecho de que prácticamente
no existan condenas hace que paguen justos por pecadores, y que la política sea probablemente la actividad con peor imagen.
La corrupción, a su vez, afecta de una forma menos individualizada que el resto de los delitos, por lo que
sus víctimas no perciben la afectación que produce ésta a sus vidas cotidianas.
No tiene defensores dispuestos a sacrificar tanto para conseguir que no haya impunidad.
La fuerza que tienen otros movimientos está ausente frente a esta desgracia que corroe el presupuesto público que debería destinarse a áreas tan sensibles como la
educación, la
salud y la
justicia.
Los casos por corrupción duran más de catorce años, pueden prescribir o llegar a instancias en las cuales ni siquiera los testigos recuerdan bien los hechos.
La Oficina Anticorrupción ya no presenta denuncias contra la actual administración pública, la Fiscalía de Investigaciones Administrativas está vacante y su titular provisional no apeló la denuncia por enriquecimiento ilícito de la actual Presidenta pese a que los contadores internos habían expresado dudas atendibles.
Casi la mitad de los juzgados que deben atender estos hechos están vacantes desde hace muchos años y muchos de los jueces que deben atender, por ello, más de un juzgado son los de la famosa “servilleta”.
Los fiscales no tienen capacitación en materia de
delitos contra la administración pública y no perciben que
ellos también son responsables.
En suma,
la corrupción es probablemente el tipo de delito que cuenta con más impunidad actualmente.
Los actores responsables de investigar son sus cómplices de manera activa, o bien por mirar para otro lado.
Si los ciudadanos no nos ponemos en marcha para luchar contra estos aberrantes delitos continuaremos siendo las víctimas silenciosas que actualmente somos. Hace falta organizarnos y decir a viva voz
“no a la impunidad de la corrupción”.
*Codirector de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ).
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