domingo, 22 de noviembre de 2009

Los bochornos del Matrimonio Presidencial

Por Nelson Castro

La saga del espionaje porteño desgastó profundamente la imagen de Macri. El viaje de Colombi, fue otro bochorno sólo superado por las imágenes de Antonini Wilson en la Casa Rosada.





"Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio” dice la letra de la famosa canción de Joan Manuel Serrat. Y algo de eso deben haber pensado, en algún momento de la semana que pasó, varios de los protagonistas de la enmarañada vida política del país atravesada, ciertamente, por verdades que van de lo escandaloso a lo penoso.

La conferencia de prensa que dio Mauricio Macri en el mediodía del jueves fue lastimosa. No hubo una sola explicación que sonara verosímil sobre el escándalo de las escuchas ilegales ejecutadas por el enigmático Ciro James.

El jefe de Gobierno pretendió darle al episodio un aire de cosa ajena francamente insostenible. El grueso error que cometió Macri con el nombramiento del cuestionado comisario Jorge “Fino” Palacios como jefe de la futura Policía Metropolitana, no va a ser fácil de enmendar. “Creía ciegamente en él”, confiesa un funcionario del gabinete municipal de estrecha cercanía con el jefe de Gobierno.

“Cuesta creer tamaña torpeza; ante tantas advertencias, lo menos que hubiera correspondido era investigar un poco más o, directamente, elegir a otra persona” , opina un dirigente del PRO aún anonadado ante la cerril defensa que durante semanas hizo Macri del ahora detenido comisario.

Seguramente, a la desdicha de estos días, al jefe de Gobierno porteño se le deben estar agregando la de estas horas. En efecto, la difusión que se hizo sobre el texto de la renuncia de Palacios, ocurrida en agosto pasado, que fue enviada directamente al mail de Mauricio Macri, impacta.

Ahí, el ex jefe policial, además de denunciar tareas de espionaje desde los servicios de inteligencia de la Nación sobre parte del futuro personal de la Policía Metropolitana, decía que “a la fecha sólo se han adquirido 15 patrulleros, 15 motos y los uniformes de aula de los cursantes…

Debe tenerse presente la imposibilidad, en las circunstancias actuales, que la policía pueda entrar en operaciones, no ya en el mes octubre, sino en noviembre, ya que no se han podido comprar aún las armas reglamentarais y lo que es peor, tampoco las municiones de práctica”.

En la noche del viernes, voces encumbradas del PRO capitalino expresaban preocupación por el futuro de la relación entre las dos fuerzas policiales, indicando su temor porque “la puja va ser muy fuerte, ya que los sectores corruptos de la Federal de ninguna manera van a querer ceder terreno sobre el domino de la prostitución, el juego clandestino y la droga”.

Lo cierto es que el costo político que todo este hecho está teniendo para Macri – aumentado por aspectos de la interna familiar que se han colado en esta historia para darle un toque que parece salido de la película El Padrino– es enorme.

La situación del ministro de Seguridad, Guillermo Montenegro, es muy delicada. “En realidad está pagando por el error de Macri, porque él lo alertó de la inconveniencia de nombrar a Palacios.” Lo cierto es que, en público, la defensa que el ministro hizo de Palacios fue tan cerrada como la que hizo el jefe de Gobierno.

Quienes están en la mira y, al parecer, con los días contados son tres ministros: el de Educación, Mariano Narodowsky; el de Espacios Públicos, Juan Pablo Piccardo, azotado por los violentos procedimientos de la Unidad de Control del Espacio Público (UCEP); y el de Salud, Jorge Lemus, un sanitarista de prestigio pero sin peso político propio para enfrentar la conflictiva situación de su área en todo el ámbito de los hospitales públicos de la ciudad.

Paradojalmente, a Macri le dio aire la desmesurada reacción del jefe de Gabinete del gobierno nacional, Aníbal Fernández, quien dijo que por mucho menos Nixon debió renunciar a la presidencia de los Estados Unidos. Alguien, o tal vez el mismo Dr. Fernández, advirtió lo erróneo de esta apreciación.

El escándalo Watergate, por el que Nixon tuvo que demitir, fue un hecho de espionaje de enormes proporciones destinado a perjudicar la campaña de George McGovern, el candidato a la presidencia por el Partido Demócrata en las elecciones de 1972. No hay hasta aquí ninguna evidencia de que Macri haya ordenado ninguna de estas repudiables actividades de espionaje. Si las hubiera, su carrera política estaría liquidada.

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Hablando de bochorno, otro episodio relevante fue el que protagonizó el flamantemente electo gobernador de la provincia de Corrientes, Ricardo Colombi. Hay que recordar que en la caliente elección correntina, la contienda estuvo entre los primos Ricardo y Arturo, actual gobernador, tocados por una disputa familiar fenomenal. Ambos son radicales.

El candidato del Frente para la Victoria allí quedó lejos. Ricardo Colombi fue apoyado por el actual presidente de la Unión Cívica Radical, el senador Gerardo Morales, mientras que Arturo Colombi, lo fue por Julio Cobos. Por eso es que el anuncio del nuevo gobernador de apoyar el proyecto de reelección de Néstor Kirchner dejó al radicalismo colgando de un piolín. “Esto sí que no lo esperábamos”, reconoció un conspicuo hombre de la UCR.

Ricardo Colombi había bajado a Buenos Aires para negociar la ayuda de la Nación, sin la cual casi ninguna gestión provincial es viable. Lo malo no es la negociación en sí, sino sus términos.

En realidad, el acuerdo entre Colombi y los Kirchner se asemejó más a una capitulación que a una negociación. Esta manera aberrante de manejo de los fondos públicos que hace el matrimonio presidencial es propia de feudos y no de repúblicas. Y esto no habrá de cambiar en los dos años que restan del mandato de los Kirchner.

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Por eso es que el discurso de campaña, lleno de invocaciones a la concordia, al diálogo y la aceptación del disenso, pronunciado por el ex presidente en funciones en Comodoro Rivadavia tiene la credibilidad de la nada.

Tal vez el hecho más insólito de ese acto en Comodoro fue la presencia del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli. Verlo en ese palco a la misma hora que los vecinos de Wilde, impactados por el brutal asesinato de la arquitecta Renata Toscano, clamaban por mayor seguridad, fue una muestra de un monumental desatino político.

La situación del ministro de Seguridad provincial, Carlos Stornelli, está otra vez en la cuerda floja. Según con quien se hable dentro del gabinete de Scioli, el Dr. Stornelli está adentro o afuera, señal clara de que su gestión genera controversia no sólo en la población sino también dentro del mismo gobierno del que forma parte.

Los que hablan de la eyección del ministro de su poltrona, aseguran que Scioli estaría pensando en una figura de peso político propio para ocupar esa cartera; esa figura sería un intendente del Conurbano.

Con quien hubo contactos crecientes en los últimos días fue con el ex titular de la Agencia Recaudatoria de la provincia de Buenos Aires (ARBA), Santiago Montoya. Hubo un ofrecimiento para que volviera a ARBA, cosa que a Montoya no le interesa ni remotamente.

Hay que recordar que la situación del fisco bonaerense dista de ser buena ya que el presupuesto para el año 2010 tiene un déficit de 5.000 millones de pesos. De todos modos, la buena imagen de Montoya hace que Scioli lo siga teniendo en cuenta para ocupar un lugar en su gobierno.

Los datos de la economía comienzan a mostrar un bienvenido repunte. Ante la oportunidad que ello abre, es realmente penoso observar como el gobierno insiste en conductas que alejan la posibilidad de cualquier hecho que marque un acercamiento con la oposición. La última oportunidad perdida es el proyecto de ley de Reforma Política.

Son muchos los kirchneristas que, por lo bajo, reconocen que no entienden por qué tanto empecinamiento en que esto salga antes el 10 de diciembre, lo que, además, los deja mal parados. Ejemplo de esto es lo que le sucedió, la semana pasada, al senador José Pampuro, que es el presidente Provisional del Senado.

Dialogando con Julio Cobos a quien, a causa de un viaje que tiene que hacer en estos días a Portugal, Pampuro deberá reemplazar, le dijo que no había ningún ánimo por parte del oficialismo de forzar el tratamiento en el Senado del proyecto de ley de Reforma Política que cuenta con media sanción de la Cámara de Diputados antes del 10 de diciembre, ya que eso sería un despropósito y un mamarracho.

No habían pasado algunas horas de esa conversación, cuando se enteró que, desde Olivos, el matrimonio presidencial había bajado la orden de que la ley debía ser aprobada sí o sí antes del recambio legislativo.

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La inesperada aparición del video en el que se lo ve a Guido Alejandro Antonini Wilson en la Casa de Gobierno sacudió al oficialismo. Las imágenes en las que se lo observa claramente al valijero venezolano en el Salón Blanco de la Casa Rosada, durante el acto del lunes 6 de agosto de 2007 en el que habló Hugo Chávez, demolieron la pertinaz insistencia con la que distintos funcionarios quisieron negar esto.

La circunstancia, además, dejó muy mal parado al jefe de Gabinete, quien, con una obstinación digna de mejor causa, pretendió seguir tapando el sol con las manos. Es impresionante observar esta conducta inútil de querer poner peros ante la evidencia clara de la realidad. Para colmo de sus males, el origen de esas imágenes fue una filmación hecha por La Corte, que es la productora contratada para registrar todas las actividades públicas del matrimonio Kirchner, y archivada por Canal 7. De haber sido cualquier otro medio hubiera caído sobre él la ira K.

No es que hiciera falta el video para saber la verdad que ya constaba en el expediente judicial como producto de la detallada declaración de Victoria Bereziuk, la secretaria de Claudio Uberti, el ex titular del Organismo de Control de Concesiones Viales (OCCOVI) que era quien hacía negocios en Venezuela que algún día la justicia investigará con la decisión y la fuerza que hoy faltan a pesar del empeño de muchos fiscales y jueces honestos. Uberti fue quien hizo subir a Antonini Wilson al avión.

Más allá de que en algún otro país una situación como esta le costaría el puesto a Aníbal Fernández, bien le valdría recordar aquella famosa frase de Abraham Lincoln que dice así: “Se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo".



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